Venezuela se mantiene alerta ante el riesgo de tener como vecino a Brasil, epicentro mundial de la pandemia por covid-19, un año después de que el gigante de Suramérica se adelantara a cerrar parcialmente las fronteras comunes por la incapacidad de Nicolás Maduro de contener la propagación del virus.
El pasado 3 de marzo, el régimen venezolano alertó de la llegada de la variante brasileña de la covid-19 al país y pidió extremar las medidas sanitarias, ya que, según Maduro, “es una variante más contagiosa y letal”, cuyo origen se ubica en la Amazonia.
Coincidiendo en el tiempo con la detección de esta nueva variante, también se produjo un considerable incremento de los contagios en Venezuela, aunque las autoridades no explicaron si existe alguna relación entre un hecho y otro.
El infectólogo venezolano y asesor la Comisión de Expertos de la Salud de la legítima Asamblea Nacional (AN), Julio Castro, reveló qué hay tras el aumento de casos de coronavirus.
“Si quieres buscar las explicaciones de la situación actual: Mira Instagram, TikTok y Twitter los días de Carnaval”, exclamó Castro a través de sus redes sociales.
Nicolás Maduro decidió endurecer las medidas establecidas para cortar la transmisión del virus con la implantación de un “cerco sanitario” en las zonas de mayor incidencia, especialmente en los estados del norte: Caracas, Miranda y Vargas, donde el número de casos ha experimentado un incremento mayor al del resto del país.
Este cerco implica que las zonas afectadas quedan declaradas en emergencia y ordena la apertura de “nuevas capacidades hospitalarias” y se limita la flexibilización dentro del sistema 7+7, vigente desde el mes de junio, y que consiste en alternar semanas de cuarentena radical con otras de una apertura en las restricciones.
Al sur de Venezuela, se ha centrado la atención en el estado Bolívar, fronterizo con Brasil, donde también ha sido detectada la nueva mutación, por lo que, desde principios de esta semana, se ha instalado un hospital de campaña para atender a personas con covid-19.
Actualmente, el régimen de Maduro con cerca de 30 millones de ciudadanos reconoces 148.208 casos desde que se detectaron los primeros contagios, hace un año, y suma 1.467 fallecimientos. Sin embargo, el registro de organizaciones de médicos venezolanos no oficiales plantea que la cantidad de contagiados es cinco veces superior.
Mientras que el vecino Brasil, convertido en epicentro de la pandemia, reporta 11,7 millones de afectados y 285.000 muertos con una población de más de 200 millones.
Teniendo en cuenta estos datos, se extrae que 51 venezolanos cada 100.000 padecieron o padecen la enfermedad, lo que supone un 0,5 % de la población, mientras que en el gigante latinoamericano se computan 5.518 casos por cada 100.000 habitantes, es decir, el 5,5 % del total.
Con el fin de mantener las bajas cifras y evitar un contagio masivo procedente del país vecino, el régimen venezolano envió una carta a la Organización de Naciones Unidas (ONU), a principios de esta semana, para solicitar que intervenga en Brasil y controlar la situación, que calificó como una “tragedia”.
Los sistemas de salud público y privados en Venezuela están saturados. Se sabe que la variante brasileña del virus está en el país, pero faltan datos fiables de contagios y muertes por Covid-19. A la falta de transparencia del régimen de Nicolás Maduro se suma la opacidad en el proceso de vacunación.
Con información de EFE y DW