“40 segundos Boyd”, con este apodo fue conocido John Richard Boyd, un piloto de combate de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que era capaz de vencer el enemigo en segundos, de allí se ganó el apodo. Fue además consultor del Pentágono, un hombre de fuertes convicciones y carácter, bondadoso en enseñanzas, de mente brillante y un gran estratega. De él no existe amplia bibliografía, pero sus valiosas lecciones, difundidas en anécdotas contadas por sus discípulos, así como sus estrategias, se mantienen más vigentes que nunca.
Sus estrategias iban más allá de la localización o movilización de buques, tanques y aviones en batalla, se centraron en comprender e influir en la mente del adversario para reducir su habilidad en la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre o peligro, y en incrementar la propia habilidad y desempeño en las mismas condiciones, de allí, la valía inconmensurable de sus enseñanzas.
En el ámbito militar escribió el Estudio de Ataque Aéreo, manual que logró codificar las mejores tácticas de combate aéreo aire-aire, lo que revolucionó los métodos de todos los ejércitos del aire del mundo.
Ideó la Teoría de la Maniobrabilidad-Energía, tesis que fue determinante para la creación de los legendarios aviones F-15, F-16 y A-10
Con su estudio sobre Patrones de Enfrentamientos, cambió la estrategia de combate tanto para aviadores como soldados de tierra. Estas contribuciones, según su biógrafo Robert Coram, lo convirtieron en el pensador militar más influyente desde que Sun Tzu escribiera El Arte de la Guerra hace más de 2.400 años.
Boyd prestó servicio activo en el Ejército del Aire de Estados Unidos durante 24 años, participó en tres guerras, se convirtió en el principal instructor de la Fighter Weapons School, una escuela de élite de la Fuerza Aérea, sus ideas y teorías fueron empleadas por EE. UU. en la primera guerra del Golfo contra Irak, así como en el desarrollo de los conceptos de arte operacional, en la Doctrina de Defensa Británica, en la doctrina de la OTAN y en cualquier estrategia militar moderna e incluso comercial, sin embargo, tan fuertes fueron sus convicciones y su carácter, así como su negativa a comprometer sus principios e ideales, que nunca ascendió más allá de coronel.
Lo curioso de este personaje es que él eligió este camino de forma deliberada, decidió hacer más que ser, vivió una vida austera porque sentía que así era coherente con sus enseñanzas y filosofía de vida, no estaba en él esmerarse en ascender, ni obtener reconocimientos.
Resulta interesante su concepto del propósito, su visión de vida y sus reflexiones sobre ser o hacer.
Boyd era un observador del talento y potencial de los jóvenes que se formaban en la fuerza aérea, y no escatimaba en compartir su sabiduría con aquellos que percibía que podían trascender, a quienes convirtió en sus afortunados discípulos.
Ya era célebre, en el rito de iniciación de nuevas generaciones de militares, escuchar su discurso sobre el propósito, que me permito citar acá.
“Uno de estos días vas a llegar a una bifurcación en el camino, y vas a tener que tomar una decisión acerca de la dirección que quieres tomar. Si tomas por este lado, podrás ser alguien. Tendrás que hacer concesiones y tendrás que darles la espalda a tus amigos. Pero serás miembro del club y serás ascendido y obtendrás buenas misiones. O puedes tomar por este otro lado y hacer algo, algo por tu país, por tu Fuerza Aérea y por ti mismo. Si decides que quieres hacer algo, es posible que no obtengas ascensos y que no recibas las mejores misiones, y ciertamente no serás el favorito de tus superiores. Pero tampoco tendrás que hacer concesiones. Serás leal a tus amigos y a ti mismo. Y tu trabajo tal vez marque una diferencia. Ser alguien o hacer algo. En la vida te llaman a lista muchas veces. Ahí es cuando tienes que tomar decisiones ¿Ser o hacer? ¿Qué camino tomarás?”.
Te quiero preguntar: ¿Qué quieres hacer con tu vida y en tu vida?. ¿Qué quieres lograr con tu negocio y en tu negocio? Estas son preguntas que debes hacerte de forma persistente, y sobre todo, cuando estés frente a una diatriba, o te gane la duda. Porque cuando tienes un propósito claro y definido, no hay cabida a distracciones, ni a tentaciones.
Y es que muchas veces nos enamoramos o nos autoengañamos con el espejismo de lo que pareciera ser éxito.
Asumimos que lo más importante y trascendental en nuestras vidas es el cargo que ocupamos, el renombre de la universidad a la cual asistimos, los cientos o miles de personas que están a nuestro cargo, la cercanía que podamos tener con el presidente de la corporación, los metros cuadrados de nuestras oficinas, los ceros en nuestras cuentas o los miles de seguidores en nuestros perfiles.
Muchos reciben ascensos, pero esto no necesariamente significa que lo merezcan o lo hayan hecho bien. Una cosa es impresionar a la gente y otra muy distinta, es ser realmente impresionante.
Si para ti lo importante es lograr aceptación de los demás, alcanzar una buena calidad de vida, ser reconocido, entonces el camino para ti es llamar la atención para lograr ser y decirle a la gente lo que quiere oír. Claro está, que tomando esta senda no lograrás más allá de eso.
Pero si eliges un propósito más grande que tu propio ser, si quieres lograr algo en tu vida, sabrás lo que tienes que hacer y te enfocarás en lo que realmente importa. Porque te centrarás en hacer algo, no en obtener reconocimiento o ascenso por hacerlo.
Más allá de saber lo que quieres ser en la vida, lo importante es tener claridad en lo que quieres lograr en ella. ¿Quieres ser como los demás, o hacer la diferencia?
Cuando la duda llame a tu puerta, y debas decidir qué hacer, piensa en primer lugar en esta reflexión sobre “40 segundos Boyd”, ello te servirá para alejar de ti el ego y las distracciones. Y siempre pregúntate qué camino tomar. ¿Ser o hacer?
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