1. Olvídate de los murales que conociste cuando niño, la prensa no puede ser el espacio donde tú cuelgues a voluntad ideas y convocatorias. Está bien que así sea, porque hay vida y mundo más allá de tu partido. El periodismo debe ocuparse de muchas otras cosas.
2. Genera noticias, pero noticias trascendentes. Si algo suele rehuir un periodista son las conferencias de prensa, las reuniones, los eventos convocados y las marchas. Pocas veces aflora algo valioso informativamente de semejantes eventos. Así pues, lánzate a ser noticia: corre un maratón, supera un problema, ayuda a terceros, provoca un cambio… Marca una diferencia.
3. Embellece tu lenguaje. Los periodistas y los editores no estamos para enmendar tu vocabulario, ni siquiera para buscar sinónimos si tu expresión es pobre. Si no te gusta cómo quedan por escrito tus palabras quizás sea tiempo de pasar un curso de oratoria, de leer, de atreverte o de buscar un asesor. No es culpa nuestra.
4. No, lo que tú tienes que decir no es lo más importante. Eso te dijeron en la vieja escuela de la política, pero hay gente sufriendo, triunfando y provocando cambios que te rebasan en importancia. Acéptalo y supéralo, porque ellos son nuestro objetivo y nuestra razón de ser como periodistas.
5. Nunca digas que no hablan de ti en la prensa o que los periódicos no mencionan alguna de las marchas, convocatorias o reuniones que has citado. Quizás no te das cuenta, pero decir que “no me mencionan” solo te hunde, te hace ver como alguien poco importante. Muéstrate altivo y triunfante.
6. Las intrigas, dimes y diretes, te darán audiencia un rato, muy breve, pero la política no es una telenovela, e intentar ganar réditos siempre desde el conflicto te pasará factura. El chisme vende solo por un momento, pero la seriedad y la constancia duran mucho más.
7. Cuando vayas a atacar a un periodista porque no te gustó su escrito o no repitió las frases que querías leer, debes saber que no somos un gremio fácil ni pasivo. Vamos a gritar con cada una de nuestras células, porque cuando tocan a un periodista tocan a todos los periodistas.
8. Si quieres dar una información anónima y reclamas discreción, tienes todo el derecho a la protección que merece cualquier fuente. Si un periodista incumple esa máxima estás en tu absoluto derecho de reclamar y emplazar su falta de ética. Pero lo mismo se cumple a la inversa. No busques silencio complaciente cuando no advertiste que era secreto.
9. Si no quieres ser criticado, no hables. Cada vez que pronuncies una frase serás sometido al escrutinio público. Eso no está bien ni está mal: es lo que debe ser. Solo queda ajeno a la diatriba aquel que no toma partido, así que robustece tu piel y deja de quejarte por cómo te trata la prensa.
10. Si buscas periodistas complacientes y serviles tendrás que hacerte de tu propia “prensa oficial”, de una caja de resonancia de tus palabras. El juego democrático incluye el ácido corrosivo de los medios. ¿No te gusta? El castrismo prolongó una forma de hacer que te sientas más cómodo… pero se llama dictadura.
Este artículo se publicó originalmente en 14ymedio el 23 de marzo de 2021