Desde los tiempos coloniales, tenemos una larga tradición municipalista en Venezuela. Y, no por casualidad, nos hicimos independientes y republicanos desde los ámbitos edilicios.
Valga acotar, el derecho municipal alcanzó un importante desarrollo, no sin contratiempos. Y avanzó aún más, por la activa participación de las organizaciones vecinales que, a medianos de los ’70 del ‘XX en adelante, se hicieron sentir con una extraordinaria vehemencia, subestimadas e ignoradas en la presente centuria.
La propuesta comunal, por inconstitucional que fuere, está materializándose por más de una década en los aleros eufemísticos del poder popular. Pausada, pero segura, avanza y, recientemente, al parlamento fraudulento le dio por aprobar en primera discusión el proyecto de ley de las ciudades comunales, con carácter orgánico, aunque puede ser objeto de una habilitación presidencial de acuerdo a los objetivos estratégicos que explican la pretensión a través del tiempo.
Distinto a lo que presumió el ponente, no se evidencia una polémica pública y sostenida en torno al proyecto, generalizados los fundados temores ante una maniobra adicional de un régimen que apuesta por un superior soporte para su enfermiza prolongación: el Estado Comunal. La pobreza de la discusión tenida por parlamentaria, contaminada por las habituales consignas, añadida una intervención de la oposición nominal, debe concitar a legos y especialistas en materia municipal para la defensa de una institución republicana y democrática, realmente ciudadana que, en última instancia, es la del Estado Constitucional.
Esperamos también, sobretodo de los más versados municipalistas, una sobria orientación en la materia que largamente han cultivado, aportando las nociones que le den racionalidad y pertinencia a los planteamientos, pues, aligeradora y banalizadora la usurpación, requerimos de la profundidad necesaria para intentar un debate de mayores dimensiones, como lo ha hecho hace poco Allan Brewer-Carías, entre otros valiosos venezolanos. En medio de la terrible y múltiple pandemia que nos afecta, sanitaria y políticamente golpeados, añadidos los aspirantes a las alcaldías y concejalías que esperan por comicios libres y transparentes, idos del poder Maduro Moros y su régimen, hay que alzar la voz con la sensatez, consistencia y determinación que el momento histórico exige.