Mientras la atención mediática y política parece haberse desviado de su realidad diaria, los venezolanos siguen padeciendo la opresión y la miseria del chavismo. Entre los muchos datos perturbadores que muestran hasta qué punto la comunidad internacional les ha dado la espalda, hay uno que llama soberanamente la atención.
Por El Mundo
Seis millones de personas se han visto abocadas al éxodo forzadas por la dictadura de Maduro, que ha provocado ya más refugiados políticos que la guerra de Siria. Sin embargo, esos ciudadanos que tratan de huir de la maquinaria opresora chavista solo han recibido un 1,5% de las ayudas que se han hecho llegar a quienes han escapado del largo conflicto sirio. No se trata, por supuesto, de equiparar catástrofes: solo de denunciar que ciertos intereses bloquean el auxilio que reclama el drama venezolano.
Hoy en nuestras páginas es el presidente de Colombia, Iván Duque, quien denuncia cómo la Unión Europea ha optado por apartar la mirada de la crisis en Venezuela. Su país es uno de los grandes receptores de refugiados y ha establecido un sistema para que estos puedan trabajar y acceder, entre otros servicios, a la educación o a la salud. Algo digno de elogio. Pero él mismo admite que Colombia no puede afrontar de manera sostenible esta crisis si la comunidad internacional no interviene para poner fin a la «dictadura más brutal de la Historia reciente de América Latina»
Es indecente el vuelco hacia la posición extremadamente tibia que ha dado la UE respecto a Maduro, abandonando a su suerte al presidente encargado, Juan Guaidó. Y chirrían especialmente los malabarismos del Alto Representante, Josep Borrell, para tratar de justificarlo. Mientras, la crisis se agrava y Venezuela avanza en su descomposición. Y España, que por sus lazos históricos debería estar liderando la lucha por el regreso de la democracia al país caribeño, hoy exhibe un conchabeo zafio con la jerarquía chavista: Ábalos y el Delcygate, la reciente visita de la secretaria de Estado de Exteriores, el escándalo económico y reputacional del caso Plus Ultra o la infame complicidad de Zapatero son algunos ejemplos.
Como señala Duque en esta entrevista exclusiva, hace falta más presión de la UE para que Venezuela recupere su democracia. Pero Bruselas sigue ejerciendo de espectador ante la catástrofe. ¿Por qué?