Investigadores del Hospital del Mar, en España, han podido determinar por primera vez usando pruebas de neuroimagen el momento exacto en el que los pacientes sometidos a anestesia pierden la consciencia, un avance que abre la puerta a una monitorización más cuidadosa y a mejorar el procedimiento anestésico.
La investigación, que publica la revista ‘Slepp’, ha detectado la secuencia por la cual el cerebro deja el estado de consciencia y se llega a la inconsciencia.
Los médicos han estudiado a 21 voluntarios sanos, que fueron anestesiados con propofol. Mientras se les administraba este fármaco, ellos tenían que apretar cada dos segundos un sensor, hecho que permitía hacer el seguimiento de la pérdida de la consciencia.
A la vez, se monitorizaban sus constantes vitales y se controlaba su actividad cerebral por medio de resonancia magnética y de un electroencefalograma.
Las imágenes del cerebro obtenidas con la resonancia magnética mostraron cómo, en el momento en que los voluntarios dejaban de apretar con la mano y entraban en inconsciencia, se producía una pérdida de conexión entre la corteza cerebral, encargada de las funciones ejecutivas del cerebro, y la parte subcortical y el tronco cerebral.
Los investigadores han asegurado que es la primera vez que se identifica este preciso momento con imágenes y registros.
El médico adjunto del Servicio de Anestesiología del Hospital del Mar, Juan L. Fernández Candil, ha explicado que hasta ahora disponían de aparatos que les ayudaban a identificar de forma aproximada cuándo el paciente está inconsciente, “pero no el momento exacto en que pierde la consciencia”.
Esto podría llevar, en algunos casos, a una sobredosificación de los fármacos anestésicos para garantizar que el enfermo se mantiene inconsciente, con los problemas derivados de este hecho.
Según el jefe de sección del Servicio de Anestesiología del Hospital del Mar, Lluís Gallart, los resultados obtenidos abren la puerta a disponer de una información más cercana del umbral de consciencia del paciente, con un incremento de la seguridad y del control del procedimiento, garantizando que el paciente no conserva ningún recuerdo del procedimiento al que se le está sometiendo.
“Siempre ha costado calibrar la situación del paciente, con el riesgo de sobredosificación. Si tienes un monitor que te permite ajustar las dosis de fármacos para saber si el paciente está consciente o inconsciente se limita la sobredosificación y los posibles efectos secundarios de los fármacos anestésicos, principalmente delirio y el deterioro cognitivo posoperatorio”, ha detallado Gallart.
Ahora, los investigadores continuarán analizando los datos obtenidos para intentar validar un método que permita trasladar sus descubrimientos al quirófano, con el control del estado de consciencia de los pacientes gracias a los datos observados en su electroencefalograma.
“No podemos poner una resonancia magnética en cada quirófano, pero sí disponer de un aparato que nos permita hacer el seguimiento del electroencefalograma del paciente, de manera que, si correlacionamos los resultados de este estudio con los datos del electroencefalograma de los voluntarios, tendríamos una herramienta válida para saber en qué momento el paciente pierde la consciencia”, ha señalado Fernández Candil. EFE