Un 26 de abril, hace 35 años, ocurría el accidente nuclear más devastador de la historia. La explosión de la central Vladímir Ilich Lenin, ubicada al norte de Ucrania, en la ciudad de Chernobyl, acababa con la vida de 31 personas, cuyas muertes eran causadas directamente por la explosión, aunque la radiación dejaría más de 100 heridos y, a largo plazo, más de un centenar de fallecimientos.
Por La Nación
Con un pico de radiación 400 veces más alto que la bomba nuclear de Hiroshima -en Japón, en 1945- y 50 veces superior al de Fukushima -que ocurrió en 2011 en la central de la ciudad japonesa-, alrededor de 116 mil personas tuvieron que ser evacuadas. Esta cifra contemplaba una ciudad entera, es decir, a los 48.000 habitantes de la ahora fantasmagórica Pripyat, donde durante aquella noche de abril sus ciudadanos dormían sin saber que tan solo a tres kilómetros de distancia la planta empezaría a irradiar quizás lo más peligroso para el ser humano: material nuclear.
La evacuación en el área de 2590 kilómetros, mejor conocida como zona de exclusión, implicó entonces el sacrificio de los animales del lugar, lo que la serie de HBO escenifica con escalofriantes imágenes de matanzas de mascotas y otras especies más salvajes.
Lo cierto es que algunas personas dejaron Chernobyl con la esperanza de volver algún día, por lo que muchas optaron por dejar a sus perros y gatos en el lugar. Lo que no sabían era que los soldados del ejército soviético se encargarían de matar a todas las mascotas que quedaban en la zona, porque las consideraban un riesgo de transmisión radioactiva.
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