En su día, la golpeada clase trabajadora venezolana exige al régimen de Nicolás Maduro que cumpla con el mandato de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de convocar reuniones tripartitas para abordar la destrucción de su calidad de vida, así como también piden que se garantice un pronto suministro de vacunas contra la covid-19, principalmente para los trabajadores sanitarios.
Carlos Seijas // TAL CUAL
El sindicalista Pablo Zambrano, de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetrasalud), exige que se vacune al personal de salud incluyendo a los jubilados del sector, que son aproximadamente unas 90.000 personas, muchas de las cuales han sido nuevamente contratadas en los centros asistenciales ante la insuficiente cantidad de personal que queda luego de la migración de profesionales por la crisis económica.
Indica que el gobierno debe autorizar a Fedecámaras que ejecute su plan de vacunación gratuita que contempla una primera importación de seis millones de dosis y en el que están incluidos los trabajadores de las clínicas.
El dirigente sindical denuncia que, a pesar de la pandemia, el régimen de Maduro no ha dotado de equipos de bioprotección a los hospitales, lo que ha obligado a muchos trabajadores a buscar donaciones con las que puedan comprar material para fabricarse ellos mismos sus tapabocas, pues el salario no alcanza siquiera para alimentarse. “Vivimos un tipo de esclavismo con un salario impuesto y limitaciones para la protesta“.
El avance inflacionario ha deteriorado el poder adquisitivo de los trabajadores tanto de la salud como del resto de los sectores del país.
En agosto de 2018, la dictadura de Maduro impuso un paquetazo económico con el que fijó el salario en medio petro, que al momento de su aplicación equivalía a 30 dólares al mes, para que el ingreso de los trabajadores se fuera ajustando a medida que lo hacía la moneda digital del chavismo, cuya cotización la determinaba el precio del barril de crudo venezolano.
Esto no se cumplió. El petro siguió subiendo y dejó el salario atrás. Si esto su hubiese hecho, hoy el ingreso mínimo estuviese en 77,40 millones de bolívares (27 dólares y medio).
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