Hay que tener en cuenta también, reitero, que los partidos o movimientos políticos se hacen con las personas, y de ninguna manera con las pactadas ideologías, que con el tiempo se van volviendo antiguas y obsoletas. Ayuso supo entrar en la modernidad, porque su sinceridad le facilitó la tarea y porque le tomó la temperatura a la vida real de la gente de a pie. Ojalá el Partido Popular tuviera numerosos y numerosas Ayusos, cada uno con su sello, con su marca de gestión y reverencia al trabajo, sin megalomanías ni histerismos.
Triunfó Ayuso, no el PP; pero también por esa vía pudo haber ganado Monasterio. Rocío Monasterio, a mi juicio, hizo una campaña perfecta. Se empeñó con una laboriosidad de hormiguita. Tal como afirmó Santiago Abascal: la campaña más difícil fue la de Rocío Monasterio, porque debió afrontar la violencia, el insulto, el escarnio, con una serenidad a prueba de todo.
Rocío Monasterio, sin embargo, queda claro, no es una excepción dentro de su Partido. Porque en Vox los individuos con ideas libres son numerosos. A Vox le falta entrenamiento, un poco más, pero en Vox sí sobra lo que le falta al Partido Popular, que es entereza, confianza, respeto y merecimiento. A todo eso pudiera denominarlo diversidad de ideas, y es de lo que se trata: de multiplicidad de ideas que converjan en un proyecto que procure el bienestar de la sociedad, la tranquilidad, la soberanía, sin que medien los egos y las pantomimas.
En Madrid ha ganado la cordura, me quito el sombrero ante los votantes que han elegido la Libertad frente al socialcomunismo castrochavista. Respetos enormes.
Quedaba claro que irían a salir las ratas, que huirían las principales apaleadas, pero quedarían las segundonas, insultando a millones de votantes, comparando deslealmente, como hizo la impresentable de Carmen Calvo, al mismo tiempo que banalizaba el holocausto judío. Escapan o insultan, o sea, se sienten acorraladas por la verdad y el empezó de la gente…
Aunque, cuidado, queda todavía el rata mayor, el que preside España; el mismo que se sienta de manera oportunista y populista a más no poder junto a un músico negro callejero para darse publicidad y le da 5 euros exigiéndole que toque para él. Imaginen que ese gesto lo hubiera hecho Santiago Abascal, o el mismo Pablo Casado. Imaginen por un momento la que se habría armado… Se hubiera desmoronado el mundo en un santiamén.
Al menos tendremos dos años de tranquilidad en Madrid, gracias a ellas; porque estoy convencida de que ninguna de las dos, Ayuso y Monasterio, descansará hasta pararle las patas al principal enemigo, al roedor de la libertad de España. ¡Y que sean mujeres conservadoras frente al comunista de turno es más que lo máximo, es lo jamais vu!