Zapatero vuelve a Venezuela para ayudar a Maduro en su acercamiento a Joe Biden

Zapatero vuelve a Venezuela para ayudar a Maduro en su acercamiento a Joe Biden

Zapatero con el partido Cambiemos, en Caracas.E.M.

 

Ya está en Caracas de nuevo. José Luis Rodríguez Zapatero ha regresado a Venezuela en medio de la polémica imposición de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), el último guiño de Nicolás Maduro dirigido a Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en busca de la retirada de las sanciones.

Por Daniel Lozano / elmundo.es





Quien fuera presidente del Gobierno español participa hoy en el Congreso del partido Cambiemos, uno de los aliados de Nicolás Maduro en el parlamento salido de las elecciones fraudulentas de 2020. Su líder principal, Timoteo Zambrano, es el dirigente más cercano a Zapatero en Caracas.

“Cambiemos es el partido de la paz del diálogo, el partido que no sabe lo que es el desprecio y el odio. El partido que quiere reencontrarse con cada ciudadanos de Venezuela”, recitó el dirigente español ante quienes asisten al cónclave, que juramentaron la nueva directiva del partido.

Zapatero regresa a Caracas una vez más en el momento más adecuado para Nicolás Maduro. El nuevo CNE presentado con el Gobierno, bajo la fórmula 3+2 (tres militantes revolucionarios y dos opositores de las filas del ex candidato presidencial Henrique Capriles), es visto desde Bruselas como un “primer paso”, mientras en Washington la nueva administración de Joe Biden asegura que seguirá presionando para lograr “cambios fundamentales”.

Una de las principales “misiones” internacionales de Zapatero en su apoyo a Maduro es tender puentes con Washington en busca de eliminar las sanciones estadounidenses, la principal justificación de la propaganda revolucionaria frente al colapso y la ruina del país. El nuevo espaldarazo del ex mandatario español con su presencia en Caracas busca precisamente facilitar el acercamiento con Joe Biden.

El antiguo líder del PSOE suele acudir a los llamados de Maduro en Caracas en los momentos más peliagudos, ya sea para apoyar las elecciones del fraude el año pasado como para dar su visto bueno a las negociaciones con la falsa oposición, la denominada Mesa del Diálogo. Zapatero es el principal aliado de la causa revolucionaria en Europa y también defiende las tesis chavistas en el seno del Grupo de Puebla, que reúne a izquierdistas, populistas y revolucionarios del continente.

Como si quisiera dejar claro a sus seguidores que nada ha cambiado, el chavismo mantuvo al presidente del nuevo CNE, Pedro Calzadilla, al frente de un programa de televisión con las habituales loas a la figura de Hugo Chávez. La ley impida que los cinco rectores del ente judicial militen en organizaciones partidistas.

Precisamente, la llamada oposición prêt-à-porter, de la que forma parte Zambrano, fue ignorada por el chavismo en la conformación del nuevo CNE debido a su insignificancia política (20 diputados frente a 257 chavistas). Zambrano, que durante dos años saltó de partido en partido, no acudía a las sesiones del Parlamento de 2015 porque aseguraba que estaba jubilado y la ley le apoyaba. Medios locales denunciaron en diciembre que no había resultado elegido en las urnas, pero que en una componenda final se le adjudicó un escaño tras las presiones ejercidas desde el poder.

El nuevo CNE ha concitado el apoyo limitado de Josep Borrell, número dos de la UE, y del Gobierno español (como algo “potable” y como “primer paso”). EEUU, de momento, ha dejado un rosario de dudas en sus reacciones, una especie de abstención a la espera de nuevos movimientos.

Quienes han sido firmes y taxativos hasta ahora son Juan Guaidó y la Asamblea Nacional legítima de 2015, quienes han recibido el espaldarazo de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Reconocemos la decisión tomada por el gobierno interino sobre la ilegitimidad del CNE designado por la ilegítima Asamblea Nacional. Venezuela no quiere ese CNE”, aseguró Luis Almagro.

“La independencia del poder judicial, de los medios y la observación electoral son otras cuestiones a resolver antes que las elecciones libres y justas puedan celebrarse”, reaccionó por su parte el Gobierno de Canadá.