La primera consecuencia del nombramiento de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido la profundización de la división de las fuerzas y los sectores democráticos no sólo en Venezuela, sino también en la comunidad internacional. Llegó la hora de escoger. De un lado se encuentran los principios y valores que fundamentan la democracia, y del otro, un acomodaticio pragmatismo que puede terminar enterrando los vestigios democráticos que escasamente quedan en el país. Los usurpadores se apresuran a cantar victoria.
Aunque nada ha cambiado en cuanto a la ilegitimidad del régimen de usurpación, ni con respecto a las condiciones institucionales/electorales que han promovido y favorecido durante años los fraudulentos procesos electorales que se han llevado a cabo en el país, ya muchos hablan de un “nuevo” CNE como un supuesto “primer paso” hacia la redemocratización del país.
Desde la perspectiva de Generación Independiente (GENTE), no obstante, está muy claro que no se trata de nada nuevo, y muchísimo menos de una nueva institucionalidad, sino más bien de un recurrente ardid político. No hay sorpresas. Este artificio busca atenuar los severos efectos generados por la crisis de legitimidad que ha venido arrastrando el régimen de facto que encabeza Maduro desde su tramposa “reelección” en mayo del 2018.
Al parecer, quienes usurpan el poder político en Venezuela desde entonces, encontrarán ahora cómodo regazo entre determinadas huestes de la llamada oposición política. En lo sucesivo, a éstas les resultará muy difícil hablar de un régimen ilegítimo y de una Asamblea Nacional espuria. El reconocimiento pleno y el total respaldo que se aprestan a brindar al “nuevo” CNE emanado de aquellas cuestionadas instituciones, lo haría simplemente incomprensible por contradictorio. El régimen, eufórico, celebra como en sus mejores tiempos. El peligro amaina.
La disyuntiva inmediata y la posición de GENTE
La disyuntiva que ahora enfrentaremos los partidos políticos democráticos en Venezuela, es la de “legitimar” con nuestra participación en venideros comicios electorales todo lo que hasta ahora se ha venido cuestionando y rechazando categóricamente (precisamente por ilegítimo e inconstitucional); de una parte, o terminar de entregar por vía de la abstención electoral, por otro lado, los muy pocos espacios institucionales que aún quedan en manos democráticas, dejando de esa manera que el régimen ocupe el 100% de las estructuras de poder en el ahora maltrecho aparato estatal, pero con elocuente respaldo parcial de la “oposición”.
GENTE, al igual que muchas otras organizaciones e individualidades dentro del espectro político nacional, ha mantenido -y mantiene- un discurso político claro y firme. Su posición principista no es negociable, pues ella es expresión de valores intrínsecamente democráticos tendientes a favorecer el interés nacional y que por tanto pretende erigirse por encima de los intereses pequeños -y muchas veces malsanos- de ciertas parcialidades o individualidades políticas.
Nuestra organización no participó en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre de 2020, por considerar que se trataba de un proceso comicial fraudulento convocado por autoridades ilegítimas en usurpación del poder político. El resultado de dichas elecciones es desconocido por los más amplios sectores democráticos dentro y fuera de Venezuela. Esas elecciones fueron tachadas de fraudulentas. Los Diputados allí electos (ahora en funciones) son considerados como ilegítimos y usurpadores. De allí fue que nació este nuevo CNE. Y, por tanto, lo rechazamos.
En GENTE valoramos altamente la participación electoral como mecanismo democrático para la expresión genuina de la voluntad soberana de las mayorías. Creemos en el voto y en su poder de elección. Pero el juego democrático no admite la participación a cualquier precio. Eso sería aparentar ser demócratas. Las elecciones deben ser justas y libres. De lo contrario, le haríamos comparsa a quienes en realidad repudian la libre expresión ciudadana y solo quieren dictarle pautas permanentemente, sin esas molestosas “alternancias” en el poder.
La continuada ilegitimidad y deformación de las estructuras de poder
Desafortunadamente, el CNE que a partir de ahora se instala no cumple con los estándares legales para alcanzar sus cometidos constitucionales. Su ilegitimidad de origen pesa tanto como su actual incapacidad estructural para generar confianza en el voto de los ciudadanos. No basta con la acción individual que pudieran eventualmente ejercer algunos de los nuevos Rectores a quienes se les reconoce ampliamente su competencia técnica. El problema no es de individualidades sino de deformadas estructuras de poder.
Para generar nuevamente confianza en el voto se requiere alcanzar un conjunto de acuerdos verdaderamente creíbles, confiables y verificables, garantizados mediante una participación política plural. Los acuerdos parciales alcanzados en conciliábulos o cenáculos políticos excluyentes –como los que ahora han permitido una nueva conformación de la rectoría electoral- sólo lograrán ahondar la merecida desconfianza que dicho ente comicial genera entre la inmensa mayoría de los venezolanos.
Se decantan las posiciones, la lucha debe continuar
GENTE forma parte de los esfuerzos que se realizan para aportar soluciones a nuestro drama político-institucional y humanitario. No somos actores pasivos. Hemos hecho contribuciones en diversos ámbitos y desde diversas perspectivas y plataformas. Nos mantendremos contribuyendo, convencidos como estamos de que ese es el papel de nuestra organización en esta hora grave por la que atraviesa la democracia venezolana. Lo haremos hasta lograr el restablecimiento de las condiciones necesarias y suficientes para la realización de elecciones legítimas y verdaderamente libres.
Creemos que frente a la división política que ahora se profundiza en la acera de las fuerzas demócratas venezolanas (y entre quienes más allá de nuestras fronteras también abogan por el retorno de la democracia a Venezuela), es necesario cohesionar el discurso y la acción de quienes nos oponemos a esta dictadura. Ahora que las posiciones se decantan, y que nuevos desengaños parecieran acechar a la vuelta de la esquina, es propicia la ocasión para el reconteo y reacomodo de fuerzas en torno a objetivos precisos de redemocratización de nuestro sistema político.
Nota de prensa