¿Con mascarilla o sin ella? El levantamiento de las autoridades sanitarias estadounidenses de la recomendación de llevarla a quienes estén vacunados contra el covid-19 tomó por sorpresa a funcionarios locales, expertos y empresas de Estados Unidos, y este viernes suscitaba un acalorado debate y bastante confusión.
Incluso en el Congreso se produjeron altercados, cuando a algunos presentes se les pidió que se quitaran las mascarillas, a pesar de la exhortación del presidente Joe Biden el día anterior a que quienes prefieran mantenerla puesta sean “tratados con amabilidad y respeto”.
Tras el anuncio hecho el jueves por la principal agencia federal de salud pública, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la práctica rápidamente se alineó con la teoría.
En apariencia sencilla a primera vista, la directriz planteó no obstante una maraña de interrogantes, en un país que fue durante mucho tiempo el epicentro de la pandemia y donde el debate en torno al uso del tapabocas llegó a convertirse, en el momento de su generalización hace más de un año, en una cuestión partidista.
Las recomendaciones de los CDC no son vinculantes, y la decisión recae en las autoridades estatales y locales o en las directivas de tiendas y empresas.
No aplican en el transporte público, incluyendo aviones, y en hospitales.
Esa situación ha dejado a empleadores y funcionarios locales en un dilema: decidir entre las recomendaciones de las autoridades científicas y las preocupaciones de estadounidenses aún tocados por las repercusiones del virus en el país más golpeado por la pandemia, con más de 580.000 muertes.
“Hasta ahora las mascarillas eran importantes y de golpe ya no lo son”, dijo Ivan Matta, de 47 años, empleado en una agencia turística de Nueva York.
“Mi temor es que ¿cómo se va a comprobar que la gente esté completamente vacunada o no? Creo que hay mucha gente que ya no va a usar la mascarilla aunque no esté vacunada”, agrega.
– Un collage de reglas –
En Nueva York, pero también en Washington, los funcionarios indicaron parcamente que iban a “estudiar” las nuevas recomendaciones.
Señal de la confusión, la primera dama, Jill Biden, que se había quitado la mascarilla el jueves durante la visita a un centro de vacunación (“¡Nos sentimos bastante desnudas!”, exclamó), volvió a lucir la omnipresente protección al día siguiente en un museo de la capital.
En otros lugares, el collage de reglas también está: en Minnesota y Pensilvania, las obligaciones en vigor se actualizaron inmediatamente. En Connecticut, la nueva regla no se aplicará hasta la próxima semana.
En Texas, la recomendación en última instancia no cambiará demasiado las cosas: la obligación de usar mascarilla se eliminó allí en marzo… incluso para los no vacunados.
Las dudas también surgieron en las cadenas de supermercados, muchas de las cuales habían introducido la obligatoriedad de usar los tapabocas para todos sus clientes.
Las empresas contactadas por AFP estaban divididas: en las fábricas de General Motors, la mascarilla permanece en rigor de momento para “estudiar” las nuevas recomendaciones. Lo mismo están haciendo las farmacias Walgreens. En cambio, los Wynn Casino de Las Vegas probablemente la eliminen.
“Las recomendaciones de los CDC son confusas”, se quejó de su lado el sindicato de distribuidores de alimentos y bebidas, UFCW. “Los trabajadores esenciales están expuestos con frecuencia a personas que no están vacunadas y se niegan a usar mascarillas (…) ¿Se supone que deben convertirse en policías de vacunación?”.
– Fomentar la vacunación –
“¿Cómo vamos a saber quién está vacunado y quién no? No lo sabremos”, tuiteó Jennifer Nuzzo, epidemióloga de la Johns Hopkins.
En Estados Unidos, se ha descartado claramente un “pasaporte sanitario” nacional. “Es por eso que es probable que se sigan necesitando mascarillas en las tiendas”, predijo.
La mayoría de los científicos, que durante mucho tiempo consideraron que las recomendaciones de salud eran demasiado cautelosas, aplaudieron los nuevos anuncios.
Las vacunas son efectivas contra variantes, reducen drásticamente la posibilidad de incluso infectarse (y no solo de desarrollar síntomas), y en los raros casos en que la enfermedad ocurre de todos modos, la carga viral se reduce, han concluido los estudios.
Por tanto, muestran que las personas vacunadas (cerca del 36% de la población en Estados Unidos), no se ponen ni a sí mismas ni a otros en peligro, sin mencionar que los casos diarios han disminuido drásticamente.
Además, en un país donde la oferta de vacunas supera ahora a la demanda, las autoridades esperan animar a quienes se muestran reacios a dar el paso.
Sin embargo, algunos expertos han expresado reservas sobre el levantamiento inmediato de la recomendación de los tapabocas, especialmente para áreas donde las tasas de transmisión aún son altas.
“Denle tiempo a la gente para organizarse”, lamentó Linsey Marr, especialista en transmisión aérea de virus.
AFP