Ya nos acercamos en pocas semanas al término del primer semestre del 2021, el cual según los indicadores sociales y económicos es el de mayores limitaciones que haya afectado a las familias desde que el petróleo se convirtió en la principal fuente de ingresos para la nación Venezolana.
Vicente Brito
Las expectativas creadas con los distintos anuncios oficiales de que se tomarían decisiones trascendentes para impulsar cambios, que facilitaran la reactivación económica y con ello revertir el deterioro social no se han convertido en realidades. Las decisiones se llevan adelante en el campo político estableciendo como prioridad las elecciones de gobernadores y alcaldes.
Lo contrario es lo observado en lo económico y social, siendo una de las causas principales el proceso inflacionario al cual estamos sometidos, el cual sigue su indetenible crecimiento, este ha reducido la capacidad de consumo con respecto a diciembre 2020 entre un 25 % y 30% en las familias, sobre todo las que su fuente de ingresos son solo en bolívares. La hiperinflación es causada por la política monetaria expansiva del Banco Central, esta se ha convertido en la mayor fuente de ingresos que recibe el gobierno, superando las del petróleo y las recaudaciones de impuestos. Lo cual si bien resuelve las necesidades de ingresos públicos, está empobreciendo cada día más a los venezolanos.
Cuando se le consulta a la base popular cuáles son sus prioridades a resolver, es casi unánime el de solicitar que el costo de vida baje y tener posibilidades de mayores ingresos para mejorar el consumo familiar. Ante la evidente dolarización del consumo la angustia de las familias esta sujeta al valor del dólar y sus efectos en los precios, ya que nos hemos convertido en un país altamente dependiente de las importaciones, las cuales se adquieren en dólares de acuerdo a los precios internacionales.
Los ciudadanos seguimos a la expectativa de soluciones.
Nota de Prensa