“Invisibilizados”. Así estarían, en los distintos países receptores, los niños y adolescentes que emigran de Venezuela sin compañía o separados de sus padres y familiares.
Por Andreína Itriago / El Tiempo
Es esta la principal conclusión a la que llega el estudio ‘Pequeños en movimiento’ del Centro de Derechos Humanos (CDH) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), presentado en Caracas.
Dos serían las principales causas de esta situación: la falta de respuestas institucionales en los países receptores, principalmente Colombia, y la tendencia de esos niños y adolescentes a buscar vías que les permitan pasar desapercibidos por el temor de que su identificación pueda conducir a la deportación, explicaron la investigadora venezolana Ligia Bolívar y su asistente Carlos Rodríguez.
Se consideran como no acompañados a los menores separados de ambos padres, de otros parientes y que no están bajo el cuidado de un adulto. Mientras que la figura de niños y adolescentes separados recae en quienes están sin ninguno de sus tutores legales, pero no necesariamente de otros parientes.
Saber con certeza cuántos menores no acompañados y separados existen es difícil, pero según estimaciones del CDH, junto con la alianza de medios venezolanos y colombianos llamada Hijos Migrantes, entre 2015 y 2019 unos 25.000 menores no acompañados o separados habían salido de Venezuela.
En cualquier caso, los investigadores advierten que no son casos aislados y que aumentaron por la pandemia. Tan solo entre octubre de 2020 y febrero de este año, al menos 430 niños y adolescentes no acompañados o separados habrían salido de Venezuela.
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