El gobierno de Iván Duque busca este domingo un nuevo acercamiento con el frente más visible de los manifestantes en Colombia, tras un mes de sangrienta crisis social y en medio de marchas de personas vestidas de blanco exasperadas con las protestas y los bloqueos viales.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó desde Ginebra su “profunda preocupación” por a la violencia en Cali, donde el viernes murieron 13 personas y decenas resultaron heridas.
Los choques, que involucraron a manifestantes, policías y civiles armados hasta con fusiles, llevaron al presidente a ordenar el despliegue de tropas en esa ciudad, la tercera de Colombia, y en otros puntos del país.
“Es esencial que todas las personas que presuntamente causaron lesiones o muerte, incluidos funcionarios del Estado, estén sujetas a investigaciones rápidas, efectivas, independientes, imparciales y transparentes, y que los responsables respondan ante la ley”, pidió Bachelet.
Un mes después del estallido que detonó la idea ya descartada del gobierno de subir impuestos en plena pandemia, el país luce fracturado, con una policía muy cuestionada por la represión en las calles y una violencia creciente a manos de civiles.
En este tiempo han muerto al menos 59 personas y hay más de 2.300 heridos, según un conteo efectuado a partir de reporte de autoridades civiles. La mayoría de las víctimas mortales son civiles, aunque también han muerto dos uniformados.
El gobierno de Duque abrió una nueva ronda de discusiones con el Comité de Paro, que reúne a sindicatos, estudiantes e indígenas. Las partes están reunidas en Bogotá tratando de acercar posiciones.
Reproches y más marchas
Si bien esta organización no convoca a todos los sectores que están en las calles, se espera que un eventual acuerdo pueda comenzar a desactivar la crisis.
En un comunicado, el Comité del Paro volvió a acusar al gobierno de mantener “un silencio cómplice con el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía (…) al igual que el ataque de grupos civiles que actúan al lado de agentes estatales en contra de quienes ejercemos el derecho a la protesta”.
Los manifestantes exigen una condena explícita de la violencia policial, garantías para la protesta y un Estado más solidario frente al severo impacto económico de la pandemia, que el sábado volvió a romper el récord diario de muertes y tiene al sistema de salud al borde del colapso.
No obstante el gran apoyo popular que han recabado las protestas, se comienza a sentir la exasperación por los bloqueos viales que causan desabastecimiento o la prolongación de las marchas.
En Bogotá, Medellín y otras ciudades miles marcharon este domingo vestidos de blanco y con pancartas que pedían “paz” o “no más bloqueos” de carreteras.
“Nosotros hoy salimos a marchar pacíficamente para pedir que termine el paro y volvamos al trabajo (…), todo el cierre de vías y bloqueos está afectando a la economía nacional y está generando mayor pobreza”, dijo a la AFP Bernardo Henao, abogado y ganadero de 63 años.
El presidente Duque se ha enfocado en exigir el fin de los cierres viales y le ha ofrecido a los jóvenes alivios económicos para que ingresen a la educación superior pública o adquieran vivienda, aunque sin lograr extinguir el malestar social que avivó la represión.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo de la OEA, también condenó la violencia en Twitter e instó al Estado “a investigar pronta y diligentemente” las denuncias sobre ataques provenientes de civiles contra los manifestantes, “y sancionar a los responsables”.
En el marco de la “asistencia militar”, que faculta a las fuerzas armadas a apoyar labores de policía, 7.000 soldados fueron desplegados en diez departamentos en donde los manifestantes llevan a cabo cierres viales.
EFE