La dinámica de Carlos Mejías cambió totalmente. Él es comerciante y ha tenido que enfrentar los embates de la cuarentena para poder sobrevivir. Pero eso no es todo. También debe invertir su tiempo entre las colas por gasolina y el trabajo para mantener a su familia.
Por El Carabobeño.
No ha sido fácil. El pasa noches en las estaciones de servicio porque si no se moviliza con su vehículo no produce económicamente.
“Paso dos días en cola, cuando llego a casa no hay comida, al tercer día debo trabajar muchísimo en la calle para poder hacer un mercadito y se consume más rápido la gasolina, y después debo venir a la bomba para ver si puedo echar otra vez”.
Para él, el sistema de abastecimiento se convirtió en toda una anarquía que le toca enfrentar a todos los venezolanos. “Pagamos las consecuencias de todo y, de verdad, esto ya no se aguanta”.
Este lunes parecía tener algo de suerte. Llegó a las 3:00 a.m. a la estación de servicio La Ceiba, ubicada en la avenida Bolívar Norte de Valencia. Dos horas más tarde se dio cuenta de la entrada irregular de carros al comienzo de la larga fila.
“Me molesté y me acerqué para ver qué pasaba, y resulta que estaban vendiendo puestos por 10 y hasta 15 dólares. Y a eso también nos enfrentamos. Es un estrés muy grande que no merecemos”.
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