Costó muchísimo forjar un ejército patriota y se logró. Hicieron nuestros soldados lo propio, desarrollando una conducta castrense a tono con los desafíos de aquél tiempo. Costó muchas vidas barrer e extenso territorio del país de fuerzas extranjeras. La independencia era la independencia, y no el pretexto para deshonrar el uniforme. Vergüenza le debe dar a Padrino López y compañía, haber entregado el país a todas las mafias que aniquilan las grandes riquezas naturales. En el estado Apure, se hizo demasiado evidente. Ahí no actuó la Fuerza Armada heredera de las fuerzas de Bolívar, sino la guardia pretoriana de Nicolás Maduro que ha subastado a Venezuela en el mismísimo nombre del antii-imperialismo. Dependiente de Cuba y de las oscuras potencias anti-ocidentales, humillan a nuestro pueblo, expulsan a más de siete millones de venezolanos de su propia Patria. Y, como todos los ministros de la Defensa que se ha tenido en el siglo XXI, con los bolsillos bien llenos, saldrá con una hoja de servido manchada por la ignominia: ya Padrino López cumplió su ciclo y dentro de la lógica mafiosa, tendrá que salir del cargo el próximo mes de julio, decidido por la Cuba a la que le guarda ciega lealtad. Segunda lección, el diablo paga mal.
Se harán los actos de la usurpación dándose golpes en el pecho. De grandes oropeles para una fecha que el extranjero Nicolás Maduro no siente suya. Atrás quedaron los incautos que se organizaron con motivo de los 200 años del natalicio de Bolívar dejándose embaucar por Hugo Chávez. Hoy es la Venezuela de los 200 años de Carabobo, la que resurge de las cenizas para encarar el presente con vocación de futuro. Nuestra lucha es por la liberación definitiva del país. Y será la definitiva lección que le daremos a las fuerzas oscuras que piden un acuerdo nacional con el enemigo que no tiene precisamente a un mariscal de campo, como de La Torre, al frente.