Todos apostamos a la salida pacífica y democrática de la crisis venezolana. Una negociación es al menos en estos momentos la única opción para enfrentar y superar de manera pacífica la crisis a la que nos ha llevado este régimen que va mucho más allá del desastre económico e institucional. Se trata de una crisis compleja que afecta todos los derechos humanos, la vida, la integridad física de todos, la democracia y la libertad.
Una negociación debe centrarse es cierto, aunque no es evidentemente el único tema, en una elección libre y justa, con garantías y observación y control internacional que asegure el respeto de la voluntad popular. Pero los temas son muchos, sobre todo si nos ubicamos en el período de post crisis o de transición en la que se adoptarán e implementarán los distintos mecanismos que conforman el concepto de justicia transicional que garanticen el fin de la dictadura y el retorno a la democracia.
Una negociación, para que sea efectiva y genere confianza, debe ante todo considerar la liberación inmediata de todos los presos políticos, el cese de la persecución, el fin de la discriminación y del exclusionismo, el respeto de las libertades individuales. No es una concesión, es el reconocimiento de los derechos de todos.
Si todos esos avances se dan como condición sine qua non, la oposición podría considerar solicitar a los gobiernos que han impuesto medidas individuales unilaterales en contra de los violadores de los derechos humanos y de los criminales de lesa humanidad en el país, también en los incursos en actos de corrupción y otros ilícitos que han llevado el país a la ruina y que han desestabilizado la región, que se levante progresivamente lo que no significa de ninguna manera que los responsables de tales actos puedan ser extraídos de la justicia.
Esto nos lleva a una conclusión importante: la aplicación de la justicia no se negocia y más en el contexto de los crímenes de lesa humanidad, tal como hemos planteado en Venezuela desde 2014 aunque poco antes también el régimen de Chávez habría cometido iguales crímenes internacionales por su sistematicidad y su generalidad.
Cualquier acuerdo que se logre debe además ser aprobado por todos los sectores del país: trabajadores, empresarios, estudiantes, las iglesias, los gremios, en fin, la sociedad venezolana en su conjunto. No surtirá efecto un acuerdo que se logre sin el apoyo de los venezolanos.
En todo caso el acuerdo que se busca debe ser para garantizar el cambio, la transición hacia la democracia y no para formalizar una cohabitación a la que algunos pocos sectores apuestan. Se negocia el cambio de sistema, no el mejoramiento de una forma atroz de gobernar, de un sistema instaurado por un grupo minoritario, que viola sistemáticamente todos los derechos de las personas.
Esperemos que las negociaciones puedan llevar a lo que nos interesa: recuperar la libertad, abrir el país a todos, emprender el camino hacia el progreso en democracia y garantizar a todos el pleno disfrute de todos sus derechos humanos, sin discriminación. Eso es lo que los venezolanos esperamos.
@CarmonaBorjas