Cuenta el escritor nicaragüense Sergio Ramírez en su libro “Adiós amigos” que de camino a la sede de la OEA, el 24 de septiembre de 1979, Daniel Ortega, Alfonso Robelo y él convinieron parar primero en la Casa Blanca para atender una invitación del presidente Jimmy Carter.
El recibimiento fue en el “Jardín de las Rosas” de la sede del gobierno norteamericano ante un nutrido grupo de periodistas para ir luego a la “sala del gabinete donde se sumaron a la reunión el vicepresidente Walter Mondale, el subsecretario de Estado Warren Christopher, Brzezinski, Henry Owen, Varon Vaky, Bob Pastor y el embajador en Managua, Pezzullo”.
Evoca Ramírez que no puede decir “que hubiera un ambiente tenso, pero sí de escepticismo mutuo”. Era natural, dado el clima existente con el triunfo reciente de la Revolución Sandinista.
Carter dio inicio a la reunión tocando los temas que consideraba vitales en sus relaciones con Nicaragua: la no intervención en El Salvador, los derechos humanos, la democracia efectiva y más adelante se comprometió con una ayuda de 60 millones de dólares para la reconstrucción del país.
Sergio Ramírez recuerda que “no había para nosotros puntos de conflicto verbal con este discurso”.
Pero Daniel Ortega “los pasó de largo al responder de primero y se centró, más bien, en un extenso alegato sobre la política de intervenciones e injerencias de Estados Unidos en Nicaragua.
Tras varios minutos Carter alzó la mano para interrumpirlo, y la mantuvo alzada mientras Daniel no se calló:
-Si usted no me hace responsable por lo que han hecho mis antecesores, yo no lo haré responsable por lo que han hecho los suyos -dijo y causó risas y cordialidades en los dos lados de la mesa.”
Era muy larga la lista de agravios norteamericanos contra Nicaragua, tal vez la más extensa cadena de abusos cometidas contra país latinoamericano alguno, y, por supuesto, Jimmy Carter no quería que se los endosaran por el hecho de ser en ese momento presidente de los Estados Unidos.
El primero, en 1855, había sido la invasion de William Walker, un aventurero de Tennessee, quien una vez en territorio nicaragüense decretó la esclavitud y el inglés como idioma oficial “amparado en una falange de filibusteros”.
Y el más largo, una ocupación militar con el desembarco de marines en 1912 que se extendió hasta 1933 cuando decidieron marcharse, tras dejar a Anastasio Somoza como jefe de la Guardia Nacional creada por los Estados Unidos para perpetuar su control sobre el país.
Pero también era muy larga la lista de crímenes cometida por la tiranía de los Somoza, entronizada en el país por 42 años hasta el triunfo del sandinismo, comenzando por el asesinato del propio Sandino, que tampoco Ortega estaba dispuesto a que le cargaran a su cuenta por el solo hecho de haber nacido en Nicaragua y ser en ese momento (1979) el jefe del gobierno de ese país.
De aquella reunión en la Casa Blanca han transcurrido 42 años. Y luego de los 12 años de los Sandinistas en el gobierno y los paréntesis de Violeta Chamorro (1990-1997), Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2002-2007), Daniel Ortega ya lleva 15 años consecutivos en el poder, tiempo suficiente para redoblar los crímenes y concentrar más poder que cualquiera de sus antecesores
En cuanto a la agenda planteada aquel día por Carter: solo queda el recuerdo de palabras empeñadas y no cumplidas de parte y parte..
El gobierno revolucionario de Nicaragua se metió hasta los tuétanos en fomentar la guerra civil de El Salvador que estalló casi inmediatamente dejando más de 80 mil muertos. Mientras el gobierno norteamericano de Ronald Reagan, sucesor de Carter, se dedicó a financiar el ejército de Los Contras en Nicaragua para intentar derrocar al gobierno Sandinista produciendo unas 50 mil víctimas.
La violación de derechos humanos no ha parado en Nicaragua, durante el régimen de Ortega los homicidios políticos se cuentan por miles, la OACNUDH informó que solo en las protestas de 2018 la impunidad de los cuerpos represivos del régimen de Ortega acabó con más de 300 vidas y el Informe de la CIDH al cierre de 2020 da cuenta de 328 homicidios producto de la represión.
En materia de “democracia efectiva”, Daniel Ortega ni se ha dado por enterado. En su afán por perpetuarse en el poder ha recurrido la vieja práctica stalinista de acabar con sus opositores. Siete de sus competidores en las próximas elecciones presidenciales (Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena y Noel José Vidaurre) han sido apresados por “traición a la patria” y otros dos (Daysi George West y Luis Fley) decidieron exilarse ante los peligros que corrían en Nicaragua.
¡Ah! y de los 60 millones de dólares, Sergio Ramírez dice que fue “un dinero que nunca llegó a ser desembolsado”.
Tal vez era iluso pensar que en plena Guerra Fría aquel paseo por el “Jardín de las Rosas” de la Casa Blanca pudiera haber dejado algún resultado provechoso para la paz, la democracia y la libertad en la patria del poeta Rubén Darío que es también, lamentablemente, la misma del sátrapa Daniel Ortega.