Un comunicado del régimen celebra la “Soberana y exitosa negociación para la adquisición del 100% de Petrocedeño”, empresa mixta que operaba la mayor porción de la Faja del Orinoco. Originalmente fue una Alianza Estratégica firmada en 1996 entre PDVSA y las multinacionales Total y Statoil (hoy Equinor), con una inversión de US$ 4.2 millardos, para procesar 200 mil barriles diarios de crudo extra pesado de alto contenido de azufre y convertirlo en crudo sintético de alta calidad. Hoy produce solo 14 mil barriles diarios.
¿Cómo presumir de “exitosa” la salida de transnacionales, con sólido músculo financiero, de un país que no tiene recursos ni para llevar las refinerías al menos a 10 % de su capacidad para semi abastecer el mercado interno de combustibles? Estas dos empresas, como otras, sufrieron la transformación de Asociaciones Estratégicas en Empresas Mixtas, por un abusivo Decreto Ley del expropiador lenguaraz en 2006, que transfirió todas las actividades de las asociaciones al control estatal y confiscó de facto sus derechos, incluidos de propiedad, con resultados catastróficos, para los socios y el país. Ocasionó incrementos inusitados de costos de producción, que aunados a la inseguridad jurídica y operacional alimentaron su decisión de abandonar el país. En el caso de Total, tras una pérdida de US$1.380 millones. Este divorcio fue precipitado por la decisión unilateral de PDVSA de utilizar las plantas mejoradoras de Petrocedeño para producir componentes de gasolina ante el desastre operativo de las refinerías.
Celebrar la salida de multinacionales, hoy constreñidas por el objetivo mundial de reducir emisiones netas a cero a mediados de siglo y simultáneamente esperar nuevos inversionistas en el crudo extra pesado de la Faja, oscila entre la ignorancia y el sarcasmo.
El festivo comunicado oficial ostenta la misma credibilidad del emitido hace algunas semanas por el Ministro de Petróleo, cuando aseguró que a final de junio se acabarían las colas por la gasolina