No tuvo una infancia traumática ni violenta. De hecho, la relación con su familia podría definirse como “normal”. Pero era solitario, callado por demás; lejos estaba de llamar la atención con sus palabras. Pero quienes conocieron a Joseph Naso desde siempre -parientes, amigos, vecinos-, coincidían en una descripción: su mirada era capaz de intimidar, perturbar hasta a la persona más relajada.
Por Clarín
Tan introvertido como inquietante, su personalidad autoritaria y dominante le valió el mote de “Crazy Joe”. Pero sus ojos ocultaban algo más que cierta locura bien entendida dentro de su personalidad. Ocultaban en definitiva a quien se convertiría en “el asesino del Alfabeto”, un ser siniestro, un depredador sexual obsesionado con el nombre de sus víctimas.
Naso nació el 7 de enero de 1934 en Rochester, Nueva York (Estados Unidos). Tras una infancia y adolescencia sin mayores inconvenientes, decidió servir en la Fuerza Aérea norteamericana.
Con el tiempo soplaron los vientos del amor. Conoció a Judith, se casaron y tuvieron al pequeño Charles. Vivían en Nevada, donde Naso trabajaba como fotógrafo independiente. Durante casi dos décadas llevaron una vida tranquila pero de lucha, debido a que el hijo de la pareja sufría problemas mentales.
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