Un frágil navío al caos
Imaginemos un mar tumultuoso, azotado por una tormenta feroz, caen rayos y chispan centellas, olas iracundas sacuden una endeble embarcación que es capitaneada por un centenar de criminales piratas, todo es zozobra, especialmente los millones de prisioneros secuestrados por los bandidos que timonean el frágil navío en el caos. El seguro destino es el naufragio, la muerte. Una rebelión ocurre en el navío, millones deciden sublevarse, los piratas están acorralados.
En el momento más crucial de la rebelión, con los bandidos con el agua al cuello, perdidos, cuatro líderes rebeldes deciden “negociar” con sus captores y le entregan salvavidas.
Salvan a sus secuestradores.
México: legitimar al asesino.
Las elecciones regionales, fraudulentas como son, representan un salvavidas de legitimación y control para los piratas; las “negociaciones” en México, más aún. La equivoca concesión que dan nuestros líderes al régimen pirata no es ingenua, es irresponsable. Saben que no hay manera de que nos lleven a buen puerto, saben que el naufragio será seguro y que en todo caso seguiremos secuestrados, sin embargo, en la tormenta les entregan salvavidas.
Los salvavidas, hacen eso: “salvar vidas”. ¿Por qué algunos se empeñan en salvar la vida al chavismo? ¿Por qué no organizan la rebelión?
El mismo error mil veces. ¿Error?
Afganistán: cachetada de realidad
Al naufragio del diálogo en México se está yendo por recomendación –entre otros– de la administración Biden, completan un inútil protocolo internacional. Uno tendía a pensar que sabían lo que hacían, que eran unos profesionales en la difícil labor de gobernar una nación, en especial la más poderosa del mundo, pero la cachetada de realidad que ha significado el lamentable y bíblico error de la retirada de Afganistán nos hace temer que no están claros de lo que hacen.
A la irresponsable concesión de México se suma cruel novatada de Afganistán, es incomprensible que den a piratas (chavistas) y criminales (talibanes) crédito alguno.
Dos grandes fracasos en un año de gobierno. ¿Cuántos más vendrán?
La peor catástrofe humana
Nuevamente nos encontraremos solos en el hundimiento, nuevamente seremos nosotros mismos los verdugos de nuestro destino, nuevamente hemos fracasado ante la historia. No hemos estado a la altura de las circunstancias. El liderazgo político opositor –es autocritica– ha llevado a Venezuela a la peor catástrofe humana que haya conocido jamás. Nadie se salva, ni siquiera los que han estado acertados en sus juicios y visiones frente al criminal chavismo. Nadie.
No hemos logrado ponernos de acuerdo, no hemos acertado en la solución, la desunión, los intereses personales, la cobardía y la corrupción nos han aniquilado.
Peor: en el naufragio hemos entregado salvavidas a nuestros captores.
Métodos mixtos de insurgencia
La única posibilidad cierta para reivindicar a Venezuela de su calamitoso fracaso es la rebelión total. Cada rincón del país sublevado, cada venezolano desobedeciendo y atacando a los tiranos en una escalada de eventos que emplee métodos mixtos de insurgencia (tal como los emplean nuestros captores). Una rebelión total que debe coordinarse con gobiernos extranjeros. Cualquier otro esfuerzo es inútil, el hundimiento será aún peor.
Hay que repasar la historia, necesitamos una autocrítica nacional, una reivindicación de la moral libertaria: necesitamos enfrentar al chavismo, defenestrarlo, no salvarle la vida.
Y eso sólo se hace con una monumental desobediencia nacional.
Lo otro no es ingenuo e irresponsable, es criminal.