Lograr esto desde ahora implica reingeniería y tiempo, pero como muchos no pueden escapar de su mirada corta, ahora se agitan con unas regionales en noviembre.
Reprochables son aquellos que promueven organizarse a corto plazo solo para un puesto de cohabitación con el régimen o -seamos claros- “una platica” de la campaña “pa’ aguantar la pela”.
Intentan un efectismo de cambio breve y cercano a la cotidianidad, un tráfico de esperanzas de dudoso vuelo que motiva a un accionar local e intrascendente para superar una gran crisis generada desde Caracas.
Con todas las características de una estafa, renuncian al cambio y pasan a ser unos “sectores críticos” del sistema que fácilmente pueden integrar el elenco televisivo de Raúl Gorrín.
Ahora se lanzan desproporcionadamente y con desparpajo en un contexto donde el árbitro parcializado hace lo que le da la gana.
El sistema de mafias usa al desespero por cargos y soluciones como un anzuelo para desprevenidos. Ese es el principal acicate de su efectismo. Nada de soluciones reales a la ruina, nada de estrategias nacionales para deponer al tirano, solo resignación a la insignificancia.