Francia revive a partir de mañana un trauma nacional con el inicio del juicio por la cadena de atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint Denis, que causaron 130 muertos y más de 400 heridos.
Los atentados causaron un “enorme impacto en la sociedad francesa” porque su objetivo primordial fueron los jóvenes y porque varios de sus autores eran franceses “y suponíamos que compartían nuestros valores”, explica a Efe Fadila Leturcq, presidenta de la asociación Civil Impact y experta en radicalización.
Sumados a otros atentados, como los de París de enero de 2015 (con el ataque a Charlie Hebdo) o el de Niza de julio de 2016 (86 muertos), durante un tiempo “vivimos con miedo” ante un terrorismo que, además de acciones con “lobos solitarios”, estaba “organizado para atacar masivamente con actos de guerra”, añade Leturcq.
Lo que se va a examinar en este proceso es cómo diez terroristas divididos en tres comandos atacaron el Estadio de Francia en Saint Denis durante un encuentro internacional de fútbol, varias terrazas de restaurantes y cafés y una sala de espectáculos en un concierto.
Al terrible impacto humano de los atentados, se sumó la amargura de saber que los diversos comandos de terroristas llegaron de combatir en Siria con el Dáesh, tuvieron una coordinación perfecta y, además, la inacción de varias policías y fiscalías europeas les permitió actuar a pesar de que muchos estaban fichados.
NOCHE DE PESADILLA
En la noche del 13 de noviembre de 2015, un primer comando intenta acceder al Estadio de Francia, en Saint Denis (afueras de París) para detonar cinturones explosivos entre el público de un partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania.
Al no conseguir entrar, tres de ellos accionan sus dispositivos fuera del estadio de forma escalonada.
Casi a la misma hora de la primera explosión, un segundo comando de tres miembros ametralla con fusiles de asalto las terrazas de un bar y un restaurante en el distrito X de París.
Después, el grupo se dirige al distrito XI, donde tirotea otras tres terrazas. El líder de este comando se suicida con un cinturón explosivo en un sexto establecimiento.
De forma casi simultánea, tres hombres con armas de guerra entran en la sala de espectáculos Bataclan, donde unas 1.500 personas asisten a un concierto de rock, y comienzan a disparar de forma indiscriminada.
Todo ello ocurrió en poco más de media hora, aunque el ataque a Bataclan se prolongó algo más de dos horas hasta que unidades especiales de la policía asaltaron una zona donde se habían atrincherado dos de los terroristas con algunos rehenes.
El resultado fue el peor atentado terrorista de la historia de Francia y la mayor catástrofe violenta desde la Segunda Guerra Mundial.
Durante unas horas, todo el país quedó inundado e hipnotizado por la catarata de llamadas y mensajes de los encerrados en Bataclan y las imágenes de quienes huían por las ventanas, unidas a la visión de sangre y víctimas en las famosas terrazas parisinas.
La alarma inicial “se convirtió poco a poco en una catástrofe”, recuerda a Efe el fotoperiodista Christophe Petit-Tesson (de la agencia fotográfica EPA) que llegó a Bataclan tras recibir la alerta de que había disparos y pasó seis horas agazapado tras un furgón policial, donde escuchó una catarata de comunicaciones por radio que mostraban la magnitud de la tragedia.
UN AUTÉNTICO MACROJUICIO
Lo que comenzará mañana es un auténtico macrojuicio con final previsto para el 25 de mayo, cuando el tribunal pronunciará su veredicto tras 140 días de audiencias. “Es un juicio histórico”, según el ministro de Justicia, Éric Dupont-Moretti.
La instrucción ocupa 542 tomos, aproximadamente un millón de páginas, y asistirán más de 330 abogados, la mayoría en representación de las víctimas y sus familiares, constituidas en unas 1.800 partes civiles.
El juicio tendrá lugar en una sala de madera y acero especialmente construida durante año y medio dentro del salón de pasos perdidos del viejo Palacio de Justicia, junto la catedral de Nôtre Dame. La sala, de 700 metros cuadrados, puede acoger a 550 personas.
Hay veinte acusados (seis de ellos en rebeldía), y para once la fiscalía solicita la cadena perpetua. Cuatro de ellos podrían haber muerto en el conflicto sirio, pero se les juzga porque no hay pruebas definitivas para demostrarlo.
El principal acusado entre los presentes es Salah Abdeslam, el único de los autores materiales que queda vivo y también uno de los principales planificadores de los atentados.
Otra gran novedad es que testificarán los entonces presidente, François Hollande; primer ministro, Manuel Valls, y ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, así como los principales responsables policiales y de los servicios secretos.
En Francia está prohibido tomar imágenes dentro de los juicios, pero éste será grabado en vídeo como documento histórico, el número trece en el que se hace.
EFE