Hace 10 años, Hugo Chávez ordenó cerrar todos los casinos y bingos en Venezuela. La medida dejó más de 100.000 desempleados y decenas de enormes edificaciones abandonadas. Ahora, su sucesor ha autorizado el funcionamiento de 30 establecimientos en todo el país. Es otra señal del giro liberal que ha venido dando el Gobierno, arrinconado por la más grave crisis económica de la historia reciente del país, tras la caída de los ingresos petroleros por el desplome de la producción y las sanciones internacionales que han complicado el financiamiento a Nicolás Maduro.
Por FLORANTONIA SINGER / elpais.com
El anuncio no se ha hecho formalmente, pero varios negocios en hoteles y clubes del país han recibido autorización para operar, según informan medios locales. Al menos 10 de ellos están ubicados en Caracas. En 2020, este regreso de los casinos tuvo una antesala con la inauguración de una sala para juegos en el exclusivo Hotel Humboldt, un complejo construido en la década de los años cincuenta, durante la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.
El Hotel Humboldt está en la cima del Ávila, la montaña tutelar de Caracas, a más de 2.000 metros de altura. El edificio, que es todo un desafío arquitectónico, pasó décadas de abandono hasta que el chavismo emprendió una larga remodelación que por varios traspiés duró casi una década. La operación del hotel y sus servicios iban a ser entregados a la cadena Marriot, pero finalmente la administración quedó en manos del Gobierno y empresarios cercanos. Su casino sería entonces un casino del Estado, que el año pasado, en plena cuarentena por la covid-19, realizó el primer torneo de póker de la ciudad.
El comandante de la revolución bolivariana llamó a estos lugares “antros de perdición de la burguesía”. Maduro ha resuelto pragmáticamente con la inauguración del casino del Humboldt invitar a la gente a apostar en petros, la criptomoneda creada por el Gobierno para hacer frente a la devaluación del bolívar. “En el Hotel Humboldt, allí se va a abrir un casino internacional y todo el que quiera apostar apostará en petro y todos esos recursos entrarán al Estado para la salud, la educación”, dijo Maduro en televisión en enero de 2020.
La reversión de la medida de Chávez, sin embargo, entra en conflicto con la legislación vigente sobre la materia, sancionada antes del chavismo. Según la norma que regula los bingos, en los locales donde operen las máquinas tragaperras y casinos se requiere hacer un referendo consultivo para instalarlos. Estos deben estar ubicados en zonas declaradas turísticas y aptas para su funcionamiento. Las medidas tomadas durante los últimos años por el Gobierno han bordeado legalidad, por lo que este no sería un freno.
Durante el veto de los casinos, la actividad no cesó del todo. Algunos establecimientos siguieron operando de forma clandestina y desde el año pasado, en medio del aburrimiento de la pandemia, entraron en auge las casas ilegales de apuestas en póker en Caracas. Una de ellas está en la barriada 23 de Enero, bastión de los llamados colectivos, los grupos armados de choque leales al chavismo.
La reducida economía venezolana está siendo sostenida por actividades comerciales, —con los llamados bodegones de productos importados como bandera— servicios y un incipiente turismo, pues el aparato productivo está totalmente postrado y la desmantelada industria petrolera intenta a duras penas producir algo de combustible para reducir la grave escasez. Algunos economistas señalan que la apertura de los casinos permitirá al Gobierno captar renta a través de los impuestos y que a la vez son grandes generadores de empleo. Para una nueva clase que se ha creado a raíz del levantamiento de los controles de precios y de uso de divisas, apegada a los lujos, son también una forma de entretenimiento.
El anuncio ha causado revuelo en la opinión pública. El país asiste a una transición económica que también ha producido una enorme desigualdad y pobreza, según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano. En medio de esas aguas, la apertura de casinos es una contradicción más. Además, se ha advertido sobre el uso de este tipo de negocios para el lavado de dinero que, junto a la repatriación de capitales, las remesas, algunas exportaciones privadas y lo poco que entra por la venta de oro y petróleo son las actividades sobre las que se soporta la dolarización de facto que vive la economía venezolana desde hace un par de años.