En Venezuela la severa crisis económica, política y social ha llegado a todos los estratos y edades. Los adultos mayores son uno de los grupos más golpeados por esta crítica situación. En Zulia, uno de los estados más poblados del país, la vulnerabilidad de los abuelos se palpa a diario en las calles, ya que se han visto en la penosa necesidad de pedir y, en algunos casos, comer de la basura para no morir de hambre.
Por: Corresponsalía La Patilla
A la precaria alimentación se suma la falta de medicamentos, dinero y hasta la soledad, ya que sus parientes han tenido que migrar.
Según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA), alrededor del 80% de la población adulta mayor está en situación de hambruna. En su informe, la organización menciona que los abuelos en vez de estar tranquilos y disfrutando de la prosperidad de su trabajo, hoy viven en la ruina.
“Estamos obligados a salir a la calle a realizar fuertes trabajos, como recoger hierro, latas de aluminio, o material de plástico que luego vendemos por lo que nos den para así llevar algo de comida a la casa”, cuenta Alberto Hérnandez de 69 años.
Ruber Contreras tiene 61 años, vive en el barrio Sur América del Municipio San Francisco desde hace cuatro años. Su trabajo inicia a las 6:00 am, camina en promedio de cuatro a cinco kilómetros para llegar al basurero municipal y buscar materiales de plástico para luego venderlo. “Un día bueno recojo entre 14 y 15 kilos, que son como un millón de bolívares, que los gasto en 5 panes, o medio kilo de topocho”, narra el abuelo. Cada kilo de plástico es comprado a Bs.60.000 equivalente a 25 centavos de dólar.
“No tengo quien me mantenga. Mis hijos se fueron a Colombia, allá ganan poco y no pueden ayudarme. Cuando no hago nada de trabajo, me toca comer tamarindo o mango. Lo que gano no me alcanza para nada. En ocasiones algún transeúnte se conmueve de mi desgracia y me regala algún alimento”, dijo Contreras.
Estado ausente
La diputada ante la legítima Asamblea Nacional, Nora Bracho, ve con preocupación la vida que llevan los adultos mayores en el país. “La situación de nuestros adultos mayores pasó de la precariedad a casi la indigencia en los últimos tres años porque la pensión es el equivalente a un paquete de harina y un poquito de queso”, señaló.
Según las estadísticas de la asociación civil Convite A.C, ocho de cada diez ancianos en Venezuela vive en situación de pobreza. En cuanto a los mayores de 60 años, cuatro de cada diez personas viven en pobreza extrema.
Miriam Villalobos, nutricionista, precisa sobre la dieta balanceada que debe tener un adulto mayor. “Como profesional lamento que cientos de familias no pueden llevar una alimentación balanceada en un país donde la canasta básica se aproxima a los 220 dólares equivalente a 691.479.123,28 bolívares”.
La experta explica que un adulto mayor debe consumir, al menos, 1.950 calorías al día distribuidas en una dieta balanceada, es decir, pescado, carne roja, pollo, frutas, lácteos, carbohidratos y vegetales, en especial los de color verde. “Con la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela, las personas de la tercera edad están consumiendo menos de la mitad de las 1.950 calorías, en especial quienes están en situación de pobreza extrema”, alertó Villalobos.´
El salario mínimo y la pensión de un adulto mayor en Venezuela es de 7 millones de bolívares, equivalente según la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV) a 1.7 dólares.
Sobre este tema, Bracho recordó que los diputados de la Asamblea Nacional mostraron su compromiso con el rescate de la dignidad de quienes brindaron al país su fuerza laboral por muchos años. “Por eso en el año 2016 el parlamento venezolano aprobó la Ley del Bono de Alimentación y Medicamentos para los Adultos Mayores y el TSJ en el exilio determinó la constitucionalidad de esta ley y había otorgado al Ejecutivo un plazo de 10 días para ponerla en marcha. Esto no fue acatado y se mantiene en mora”, recordó la parlamentaria.
“No quiero morir de hambre”
José Andrade, de 65 años, se desempeñó por más de 20 años en el oficio de jardinero. Hoy se gana la vida botando la basura de su comunidad en vertederos improvisados. “Como ya los camiones de recoger basura tienen dos años que dejaron de dar el servicio, yo boto la basura de mis vecinos, y muchos de ellos me pagan con un plato de comida, porque también son pobres como yo, y no tienen dinero para pagar”, comenta el anciano.
Andrade dijo con pena y lágrimas en los ojos que el hambre lo ha llevado a comer de lo que consigue en la basura. “No todos los días hay basura qué botar y me pongo a buscar a ver qué consigo en la basura de otros sectores, porque yo prefiero pasar pena, pero no quiero morir de hambre”.
La diputada Nora Bracho enfatizó que “el régimen de Nicolás Maduro y el parapeto que montaron en diciembre usurpando las funciones de la AN, mantienen a nuestros abuelos en la mendicidad porque para ellos es la mejor manera de despojarlos de su dignidad. Es por eso que los prefiere enfermos, haciendo colas en los bancos para retirar las cuatro lochas y muriendo de mengua”.
Destacó además la lucha que desde el Zulia ha dado el sindicalista y representante de los jubilados del estado Carlos Petit. “Para nadie es un secreto que si comen, no compran medicamentos o viceversa. Esa es la lucha que debemos dar: rescatar el derecho de nuestros abuelos a la calidad de vida”, finalizó la diputada zuliana.