Hay que decir la verdad y esta es que en el variado arco opositor que concurre a estas elecciones, la única alternativa para derrotar al Psuv la encarna la tarjeta de la Unidad Democrática, popularmente conocida como la de la manito, que tiene a su favor haber sido la más votada en la historia de Venezuela, en diciembre de 2015. También hay que decir que hay candidatos cuyo exclusivo papel pareciera ser confundir al elector y así drenar votos a favor del Psuv. Por ello hay que intensificar la campaña de pedagogía electoral clarificando ante el elector cuál es la oposición genuina, aquella que no ha transigido en la lucha contra el régimen chavista-madurista.
Sin embargo, en política la flexibilidad táctica suele ser buena consejera. Agotado el lapso para hacer modificaciones en las postulaciones para que éstas aparezcan en el tarjetón electoral, hay que darse la oportunidad para evaluar en un plazo razonable cuál candidato tiene la verdadera opción de derrotar al Psuv en una gobernación o alcaldía y así llegar a un acuerdo para cumplir con el objetivo principal de esta contienda electoral del 21 de noviembre. Teniendo claro que se trata de derrotar al Psuv, habría que hacer los ajustes pertinentes antes de que sea tarde y después tengamos que lamentarnos. Es difícil, pero se puede.
Hay que tener claro que esta es una lucha no contra el Psuv, sino principalmente contra el Estado, transmutado en un aparato partidista. Por ello el ventajismo, el aprovechamiento de los bienes de la nación tales como VTV, Radio Nacional, hoteles, vehículos y la partida secreta y la no secreta también puesta al servicio del Psuv, a lo cual hay que agregar a la Contraloría General de la Nación con su política de inhabilitaciones, al TSJ, entre otras instancias oficiales. El Psuv es un partido retrógrado, que en Venezuela encarna lo peor de lo que fue el estalinismo.