Algunos tuvieron familias disfuncionales con padres borrachos y golpeadores, otros prácticamente crecieron sin sus padres, y hasta hubo niños ricos que se codeaban con la aristocracia de sus países y viajaban por el mundo. Los principales líderes que coincidieron en la Segunda Guerra Mundial tenían varias décadas de diferencia entre sí y transcurrieron sus infancias en situaciones totalmente diversas, pero todos atravesaron experiencias que los marcaron desde su niñez.
Por La Nación
Si se toma como punto de referencia el inicio de la Segunda Guerra Mundial, septiembre de 1939, el más joven de los líderes que se enfrentaron en el conflicto era el emperador japonés Hirohito, con 38 años, seguido por el francés Charles De Gaulle (48 años), el alemán Adolf Hitler (50 años), el norteamericano Franklin D. Roosevelt (57 años), el ruso Josef Stalin (60 años) y, por último, el británico Winston Churchill (64 años).
Son casi tres décadas de diferencia entre el más joven y el mayor, pero los primeros años de vida de los seis fueron muy particulares. “No puedo pensar en ninguna otra necesidad más fuerte en la infancia que la protección del padre”, decía una famosa frase de Sigmund Freud, y en todos ellos la figura paterna ocupó un rol fundamental.
Winston Churchill (1874-1965), el aristócrata que adoraba a su niñera
El dos veces primer ministro británico (1940-1945 y 1951-1955), era hijo de una familia aristocrática. Y, como era costumbre en las familias de clase alta de aquella época victoriana, sus padres Lord Randolph Churchill y Jennie Jerome Churchill eran muy activos en la vida social y política, pero emocionalmente distantes, incluso descuidados con sus dos hijos, Winston y Jack, seis años menor. Randolph había sido elegido Miembro del Parlamento (MP) un año antes del nacimiento de Winston y la esposa, neoyorquina, hija de un acaudalado empresario norteamericano, también participaba activamente de una asociación para promover los intereses del Partido Conservador.
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