La noticia que ocupó los portales del país y también de otras naciones que siguen la secuencia de nuestro infortunio, fue la que daba cuenta de un nuevo juego infantil que tiene como insumos los debilitados billetes emitidos por el Banco Central de Venezuela. Todo como resultado de una feroz devaluación que ha depreciado nuestro signo monetario en 72,54% en lo que va de este año 2021. Mientras tanto, la pócima mágica del régimen madurista es aplicar otra reconversión monetaria que seguramente, como las anteriores, no servirá sino para profundizar la tragedia que ya se hace insoportable. La creatividad y la chispa criolla ponen en acción esas escenas de muchachitos venezolanos jugando en una vía publica de Puerto Concha, una comunidad del petrolero estado zuliano, vecino con la hermana República colombiana. La terquedad sumada a la indolencia e incapacidad de los colaboradores de Maduro, que no reparan en que esas reconversiones monetarias -ya van tres desde 2008- que se reducen a quitarle ceros a nuestra moneda, sólo trae más incertidumbre, inestabilidad y pobreza.
Las conclusiones del último informe ENCOVI, elaborado por los especialistas en esa disciplina dependientes de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que fue presentado a los medios de comunicación el pasado miércoles, son reveladores de que cada mes que Maduro prolongue su dictadura, acarreará más miseria para una población que en total registra la escandalosa cifra de 94,6% sumida en la pobreza. Por otra parte, se indica que más de 8 millones de venezolanos sin empleo y más de 1.500.000 niños, que por el mal manejo de la pandemia del COVID-19, no han podido recibir atención escolar.
Son datos verídicos, que no se podrán negar, porque la verdad se impone presentando como pruebas irrefutables, entre muchas, a los más de 6 millones de ciudadanos de origen venezolano que peregrinan por todas partes del mundo y adentro del territorio nacional se ven a diario niños, mujeres y hombres de diferentes edades, tratando de conseguir algo para sobrevivir, mientras las elites de la revolución acuden a sus flamantes bodegones a realizar sus compritas de exquisiteces.