“No conocemos otra forma de vivir”: Escalofriante testimonio de niños sicarios en México

“No conocemos otra forma de vivir”: Escalofriante testimonio de niños sicarios en México

Foto archivo por ULISES RUIZ BASURTO / EFE

 

Jacobo creció en el estado de Jalisco, en el oeste de México, hogar del cartel de la droga Jalisco Nueva Generación. Nunca se sintió cómodo en la escuela, tuvo una infancia de abusos. A los 12 fue reclutado para cometer su primer asesinato para el cartel. “Van en busca de niños que andan en la calle y necesitan dinero”, recuerda. “A los 12 años, me convertí en una especie de asesino a sueldo”. Jacobo le contó su historia a Reinserta, un grupo mexicano sin ánimo de lucro que ayuda a jóvenes con problemas a reinsertase y que actualmente se encuentran detenidos en instalaciones para delincuentes juveniles y la mayoría tiene miedo de represalias por parte de las pandillas.

Por La Razón





“Un vecino me preguntó: ‘¿Quieres ganar dinero?’”. Al crecer en un hogar donde su familia no llegaba a fin de mes, la respuesta era obvia. “Dije sí. ¿Quién no quiere dinero? Pero los 1.500 dólares que ganó no duraron mucho; pronto adquirió el hábito de la metanfetamina, en parte para calmar los efectos psicológicos de lo que estaba haciendo. En plena adolescencia ya estaba torturando a miembros de cárteles rivales para obtener información, matándolos y cortando los cuerpos o disolviéndolos en ácido a las afueras de la Ciudad de México.

Su último encargo hizo que lo dejara, el cartel le ordenó realizar un homicidio en público, con muchos testigos. La policía vino a buscarlo y se escondió. El cartel lo contactó para decirle que quería cambiar su escondite, “pero era una trampa”, recuerda. Ya no era útil, como tantos traficantes de drogas y sicarios adolescentes desechables en la calle, el cartel quería deshacerse de él.

“Cuando llegué al lugar de reunión, empezaron a dispararme”, dijo Jacobo, cuyo apellido fue ocultado por su edad. “Me dispararon en la cabeza, en la espalda, en el abdomen”. Dado por muerto, de alguna manera sobrevivió milagrosamente y ahora está cumpliendo una sentencia de delincuente juvenil de cuatro años por asesinato. Las leyes mexicanas permiten sentencias de entre tres y cinco años para la mayoría de los delincuentes juveniles, lo que significa que casi todos salen antes de los 21.

Para leer más, ingresa aquí