Nueva Zelanda pierde a su brujo oficial, un peculiar personaje de 88 años con larga barba blanca y un sombrero puntiagudo que se había convertido en una popular atracción turística en la ciudad de Christchurch (este).
El ayuntamiento de esta ciudad anunció que prescindía de los servicios de este excéntrico personaje al que pagaba desde 1998 más de 11.000 dólares anuales por “aportar actos de brujería y otros servicios de mago” a la comunidad.
Durante más de tres décadas, este hombre de 88 años, conocido como Ian Brackenbury Channell, se paseaba por las calles de esta ciudad con su barba y su pelo desgreñados, una larga túnica negra y un sombrero puntiagudo.
Solía dirigirse a las multitudes con funciones de lo más dispares: castigar a los políticos, frenar un proyecto para repintar de azul las rojas cabinas telefónicas de la ciudad o pronunciar hechizos para decantar un partido de rugby.
“Es una decisión difícil terminar el contrato”, dijo la asistente del jefe ejecutivo del consejo municipal, Lynn McClelland.
Pero la brujería ya no encaja “en el panorama de promoción” de la mayor ciudad de la isla sur de Nueva Zelanda, con nuevos programas que “van a reflejar las diversas comunidades y van a mostrar una ciudad vibrante, diversa y moderna”, dijo.
“Son una panda de burócratas sin imaginación”, dijo el hechicero a la web de noticias Stuff.
Este hombre de origen británico, antiguo miembro de la fuerza aérea de su país, llegó a Christchurch en 1974 y empezó a ofrecer sus excéntricos discursos públicos.
La primera reacción de las autoridades fue arrestarlo pero su popularidad creció tanto que, cuando amenazó con marcharse diez años después, el consistorio lo sedujo para quedarse y lo declaró “Brujo de Christchurch”.
En 1990, el primer ministro Mike Moore lo nombró oficialmente “Brujo de Nueva Zelanda”.
AFP