El productor de programas de radio, organizador de eventos culturales, fundador del Festival Nuevas Bandas y autor de varios libros que documentan la historia del rock en Venezuela, Félix Allueva, acaba de publicar su nueva obra, Al Acecho de Una Silenciosa Exclusión, en la que demuestra cómo la música rock contestataria quedó fuera de los espacios, medios y políticas del Estado, salvo aquellos exponentes encuadrados con la ideología oficialista
En sus libros, Félix Allueva ha documentado en detalle la historia de la movida rock en Venezuela. Como “ratón de biblioteca” se ha apertrechado de la documentación hemerográfica necesaria para dar cuenta de la trayectoria de grupos y artistas en más de 40 años. Ahora le toca convertirse en una suerte de conciencia sobre la libertad truncada de las manifestaciones culturales en Venezuela.
El productor de programas de radio, organizador de eventos culturales, fundador y director del Festival de Nuevas Bandas acaba de editar su nueva obra, Al Acecho de Una Silenciosa Exclusión, que lleva por subtítulo Violaciones de los Derechos Culturales, El Caso del Pop Rock Venezolano, editado por Provea, en el explica esa “lobotomía” que se le está intentando aplicar a la cultura del país para despojarla de sus manifestaciones más libres y contestatarias, donde el rock, género musical que lleva en su ADN las semillas de la rebeldía y la contracultura, ha sido una de las víctimas de una política de Estado que busca imponer un pensamiento único y evitar y atacar cualquier manifestación de crítica o cuestionamiento.
En entrevista realizada vía telefónica, el autor de Crónicas del Rock fabricado Acá y Rock Vzla 1959-2019 manifiesta su respeto por las expresiones, no solo del rock, sino de la cultura en general, que no necesariamente son contestatarias, cuestionadoras, o parte de esa “resistencia cultural” que muchos practican y defienden; sin embargo, aboga por expresiones artísticas que luchen contra el autoritarismo y el militarismo y advierte que en diferentes épocas y naciones, la tentativa autoritaria ha buscado callar el arte, pero éste ha encontrado la manera de seguir la lucha por propiciar los cambios, algo que, dice estar convencido, llegará a suceder en Venezuela.
El contenido es lo más importante, asevera Félix Allueva
—¿Cuál es tu análisis del por qué un género puede resultar incómodo para un gobierno?
—Hay algunos géneros que pueden resultar incómodos, pero me atrevería a decir que más que un género es el contenido, lo que dices a través de ese género, porque el enfrentarse al poder no es exclusivo del rock, puede haber una salsa combativa, la gaita puede ser otro ejemplo y otras expresiones culturales, musicales; entonces no le corresponde al rock solamente ser el género que combate la falta de DDHH, violación de derechos civiles, etcétera. Ahora, en el caso específico del rock, este género, por tradición, por su mismo origen en los años 50 cuando se le vinculaba a la cultura negra norteamericana, ya tenía un elemento de rebeldía, que se va renovando con el tiempo, aparece el movimiento hippie luego aparece el punk y así sucesivamente. En el caso específico de Venezuela, hay determinados momentos en que el contenido, lo que dice el rock, puede ser incómodo para la gente que ostenta el poder. Nos podemos ubicar a principios de los años 80 cuando determinadas agrupaciones más vinculadas al hard rock o el heavy metal decían cosas incómodas, estaba el asunto de la recluta, la imposición de lo militar a lo civil. Entonces sí hubo resistencia por parte de los estamentos que gobernaban. Eso se repite más adelante con agrupaciones como Desorden Público, que tenían la canción “Políticos Paralíticos”, un tema que fue censurado. Hay expresiones del rock con determinadas letras y posturas que a los gobernantes incomodan.
—Esto se hace evidente si el gobierno tiene inclinaciones autoritarias. Tú denunciaste en algunos medios la tendencia autoritaria del gobierno. ¿Cuándo se comenzó a percibir esta tendencia en el ámbito cultural?
—En el libro planteo varias fases, que van desde lo más básico a lo más complicado. La primera fue como una luna de miel con el presidente Hugo Chávez, cuando se planteaba la unión o vínculo con distintos sectores de la sociedad, incluyendo los más rebeldes. Al principio del gobierno chavista muchos representantes de la movida punk se suben al carro del gobierno, que comienza a darle cierta presencia en los organismos del Estado. Es una primera fase de paz y amor y ‘vamos a trabajar en conjunto’. Luego viene una segunda fase donde se empieza a radicalizar y el gobierno comienza a atacar a distintos sectores. Comienza a ver con malos ojos a aquellas agrupaciones o artistas que no comulgan con cierta línea gubernamental y donde la presencia del sector militar cobró mucha importancia. En la tercera fase hay un recrudecimiento de todo, un repunte de la censura, la presencia autoritaria en muchas instituciones y se intensifica el aislar, excluir a determinados artistas y organizaciones de la gestión cultural.
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