Si de algo el común de la población tomó conciencia en esta pandemia por COVID-19 es de la importancia que una alimentación saludable y balanceada tiene en la salud. Y cómo lo que se ingiere mejora la respuesta del sistema inmune y genera un escudo protector contra virus y bacterias.
Por infobae.com
En el caso de la infección por SARS-CoV-2, que se sabe promueve una cascada inflamatoria en todo el organismo, y que afecta a varios órganos y sistemas incluso luego de superado el cuadro, además es importante contribuir de antemano a evitar el estado inflamatorio.
En este punto, los ácidos grasos Omega 3 son un grupo de ácidos grasos poliinsaturados que pertenecen a los ácidos grasos esenciales que al cuerpo humano le cuesta producir como lo hace con otras moléculas y necesita incorporarlos de alguna manera.
“Particularmente ciertos Omega 3 tienen el beneficio de poseer propiedades antiinflamatorias, incluso se ha demostrado que tienen ciertas propiedades antivirales y por eso se había propuesto que uno de ellos -el ácido eicosapentaenoico (EPA)- podría tener un beneficio tanto en la prevención como el tratamiento de pacientes con COVID-19?. Juan Manuel Domínguez es médico cardiólogo (MP 22185) e investigador clínico en el grupo científico regional e internacional Estudios Clínicos Latino América (ECLA), y en diálogo con Infobae sostuvo que “como antecedentes, estos ácidos grasos fueron probados en estudios de prevención cardiovascular (estudio Reduce-it) en los que se demostró que promueven una reducción de eventos cardiovasculares y mortalidad”.
Ese conocimiento llevó a investigadores de la Universidad de Harvard a probar este ácido graso en COVID-19 en un estudio pequeño donde se vio que disminuye los parámetros inflamatorios. “Un estudio de 100 pacientes demostró que disminuye los parámetros inflamación en pacientes con COVID (por sus capacidades antitrombóticas además de antiinflamatorios) y otro estudio in vitro demostró que éste ácido graso tiene actividad antiviral”, explicó Domínguez.
Ese estudio fue el disparador para otros más grandes, como dos con 4.000 pacientes realizados por ECLA para evaluar las propiedades del Omega 3 en COVID-19.
“Esto puso a la Argentina en el mapa de la investigación clínica de COVID”, resaltó Domínguez, quien precisó que “primero en prevención se obtuvo que la dosis es bien tolerada y no tiene efectos adversos, aunque se necesitan más pacientes para demostrarlo”. “En la investigación de un posible tratamiento ocurrió algo similar, ya que el tamaño de muestra que hubiéramos necesitado es entre 4.000 y 6.000 personas -detalló el investigador-. No pudimos demostrar que reduzca las internaciones, pero lo destacable es que usamos dosis muy altas y los pacientes no presentaron efectos adversos y fueron bien toleradas”.
Y tras resaltar que “los resultados son muy promisorios”, Domínguez destacó que no tuvieron la capacidad de detectar una diferencia en un estudio de tan pocos pacientes, “pero tal vez sirva de puntapié para estudios más grandes para terminarlo de demostrar”.
Los beneficios que sí se conocen del Omega 3
Si bien la inflamación es parte del mecanismo de defensa de nuestro organismo, cuando se mantiene más de lo necesario o se vuelve crónica puede perjudicar al tejido, generando un daño mayor. Por otro lado, la composición de la alimentación, entre otros factores, puede potenciar esto; fundamentalmente aquella compuesta por baja cantidad de frutas, verduras, legumbres, sumado a la alta ingesta de alcohol, cereales refinados, tabaco y alimentos ultraprocesados.
“En enfermedad cardiovascular preestablecida, el Omega 3 es bueno para mejorar el pronóstico y disminuir la posibilidad de eventos cardiovasculares”, apuntó Domínguez, quien agregó: “Por otro lado, además de estos beneficios, mejora el perfil lipídico porque disminuye los triglicéridos”.
Sin embargo, la contra que tiene este nutriente esencial es que el organismo no lo puede sintetizar y lo tiene que obtener a través de la dieta. “Las recomendaciones internacionales apuntan a consumir dos veces por semana pescado azul o su equivalente en chía, pero debido a que a través de la dieta muchas veces no se alcanzan esos niveles es que se suele indicar la suplementación”, sostuvo el especialista, quien explicó que “la indicación de suplementación sería en pacientes que tienen riesgo cardiovascular aumentado, alteración en el perfil lipídico o antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular”.
Y tras señalar que “otros estudios recientes demostraron que la suplementación con ácidos grasos podría disminuir otras sepsis e infecciones del tracto respiratorio”, Domínguez remarcó que “si bien probablemente aumentar su consumo tenga un efecto beneficioso en este sentido, no es algo que pueda asegurarse con la evidencia clínica disponible”.
Así las cosas, más investigaciones concluirán si los ácidos grasos poliinsaturados en altas dosis, tipo Omega 3, poseen propiedades que los hacen potencialmente beneficiosos en el contexto de pandemia, tal como se cree.