La escasez de combustible, transporte público, los bajos salarios y las fallas en los servicios básicos ocasionan que el regreso a clases presenciales en Venezuela sea particularmente complejo y, en ese sentido, el “acompañamiento psicoafectivo” se vuelve una necesidad para los estudiantes que han pasado por un “receso” tan prolongado.
CAROLINA ALCALDE // VOA
Luisa Pernalete, educadora e integrante del Centro de Formación e Investigación de Fe y Alegría, explica a la VOA que, en el contexto actual, el proceso de reincorporación a las aulas, especialmente en el sistema de educación pública, requiere flexibilidad y debe ser “descentralizado, paulatino, progresivo”.
“Lo primero que hay que hacer es iniciar las actividades con un acompañamiento afectivo, preguntarles cómo les ha ido, cómo se sienten, qué esperan de este año, qué fue lo mejor y lo peor del año escolar a distancia, sin eso lo que venga no es posible”, puntualiza.
La educadora con más de 40 años de experiencia destaca la importancia de los diagnósticos para determinar qué aprendieron los estudiantes durante el año escolar pasado.
“Debe ser un diagnóstico prolongado, que necesita un par de semanas. Esa es la base necesaria para planificar, sabiendo que la incorporación va a ser lenta por la situación de pandemia y de emergencia humanitaria compleja que tiene Venezuela”, afirma.
Además, agrega que las medidas para la reincorporación deben ser “descentralizadas” y en base a la situación de cada centro educativo.
“Si las escuelas no fueron reparadas o acondicionadas adecuadamente habrá escuelas que no pueden arrancar inmediatamente. Nosotros en Fe y Alegría siempre estuvimos cuidándolas, pero si eso no se ha hecho en todas las escuelas públicas que es el 85% de la educación (…) Tampoco hay que esperar que todas las condiciones sean las ideales, pero hay unas necesarias, como tener servicio de agua”, asegura Pernalete.
Luis Pedro España, coordinador de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) manifiesta preocupación ante la ausencia de planes de nivelación y lo califica como la mayor “insensibilidad”, no sólo de las autoridades sino de todo el país.
“El cierre de las escuelas ha generado unos problemas que se están discutiendo de manera muy tangencial”, dijo España durante una presentación.
“La brecha ha crecido”
Antes de la pandemia, la brecha entre estudiantes venezolanos era evidente, pero tras la pandemia de COVID-19, “se ha agrandado”.
“La escuela reduce desigualdades, al estar cerradas, esas desigualdades se agrandan. Los más pobres, los más vulnerables, los de zonas rurales, están en peores condiciones que otros. Las desigualdades se han agrandado con este año y medio de educación a distancia”, lamenta Pernalete.
Además, insiste en que hay que determinar cuántos estudiantes continúan en el sistema y existe el reto de buscar información sobre los jóvenes que han abandonado la escuela.
“Qué información tenemos de los muchachos, esa es una de las cosas del diagnóstico. ¿Cuántos tenemos?, ¿se fueron a una escuela pública?, ¿se quedaron en el limbo? Hacemos un gran esfuerzo por tener información de cada uno de los alumnos y eso reduce el riesgo. Lo que más nos preocupa son los que se han quedado en el camino y no tuvieron más contacto con la escuela y están en la calle enfrentando riesgos”, expone.
Pero, la rigurosidad del monitoreo en el sistema público probablemente no sea la misma y es una “mayoría” que preocupa.
Sin precisar cifras, Nicolás Maduro reconoció que, durante los últimos 19 meses, han desertado jóvenes del sistema escolar y aseguró haber “dado instrucciones” para ir “en la búsqueda” de ellos.
“Vayamos a invitarlos, a traerlos nuevamente al aula de clase. Ya el plan de uniformes escolares, útiles escolares, morrales, todo eso está contemplado al 100%”, dijo el domingo.