Perseverance, el rover estrella de la NASA que este año llegó a Marte terminó recientemente sus “vacaciones” y retomó el trabajo diario que tiene en la búsqueda de indicios de vida antigua o actual en nuestro vecino planeta.
Debido a una conjunción solar, un período en el que el sol está entre la Tierra y Marte que duró desde el 2 de octubre hasta el pasado 19 de octubre, el robot tuvo que detener las comunicaciones hacia la Tierra. Cuando este apagón terminó, el Perseverance se lanzó a rodar de nuevo para explorar el planeta rojo.
El primer análisis científico de las imágenes tomadas por el rover Perseverance de la NASA ha confirmado que el cráter Jezero de Marte, el lugar donde aterrizó en febrero, fue una vez un lago tranquilo. Lo que hoy es una depresión seca y erosionada por el viento estuvo alimentado constantemente por un pequeño río hace unos 3.700 millones de años. Las imágenes también revelan pruebas de que el cráter sufrió inundaciones repentinas que fueron lo suficientemente enérgicas como para arrastrar grandes rocas desde decenas de kilómetros río arriba y depositarlas en el lecho del lago, donde hoy se encuentran las enormes rocas.
Anteriormente, los satélites habían mostrado que este afloramiento, visto desde arriba, se asemejaba a los deltas de los ríos en la Tierra, donde las capas de sedimentos se depositan en forma de abanico a medida que el río se alimenta de un lago.
Uno de los objetivos más importantes del rover es recolectar muestras de rocas y tierra en Marte que serán devueltas a la Tierra en futuras misiones. Ya ha recolectado dos muestras y ha utilizado la ayuda del helicóptero Ingenuity, que actúa como un explorador aéreo, para marcar mejor sus próximos objetivos de exploración terrena.
Así fue que desde el 25 de octubre, Perseverance ha estado investigando algunos afloramientos rocosos de la región sur de Séítah del planeta, que son de interés para el equipo científico de la NASA. El rover tiene una herramienta abrasiva en su brazo robótico que puede raspar las capas de rocas para observar el interior de estas rocas.
“Las rocas en capas como ésta a menudo se forman en el agua y pueden contener pistas sobre cómo solía ser su entorno. Veamos si este sería otro buen lugar para #SamplingMars”, se lee en una publicación de la cuenta de Facebook del rover, dirigida por la NASA.
En otra publicación, pero en Twitter, el 9 de noviembre, el robot tuitió: “Espiando adentro para mirar algo que nadie ha visto nunca. He desgastado un pequeño parche de esta roca para quitar la capa superficial y echar un vistazo debajo. Concentrándome en mi próximo objetivo para #SamplingMars”. Después de cortar las rocas, el rover envió imágenes para mostrar lo que había debajo de la capa superior de aspecto oxidado: lo que parece ser un grupo de minerales granulados y sedimentos.
El contenido mineral de las rocas en el cráter Jezero actúa como una antigua cápsula del tiempo que puede decirles a los científicos cómo se formaron las rocas y cómo era el clima en ese momento. Esto podría proporcionar una visión general de cómo eran el lago y el delta del río cuando el planeta era más cálido y húmedo, y potencialmente habitable.
Un delta fluvial
Las nuevas imágenes del Perseverance, tomadas desde el interior del cráter, confirman que este afloramiento era efectivamente un delta fluvial. Basándose en las capas sedimentarias del afloramiento, parece que el delta del río alimentaba un lago que estuvo en calma durante gran parte de su existencia, hasta que un cambio drástico en el clima provocó inundaciones episódicas al final de la historia del lago o hacia él.
“Si miras estas imágenes, básicamente estás viendo este épico paisaje desértico. Es el lugar más desolado que se pueda visitar -dice en un comunicado Benjamin Weiss, profesor de ciencias planetarias en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT y miembro del equipo de análisis-. No hay ni una gota de agua en ninguna parte y, sin embargo, aquí tenemos pruebas de un pasado muy diferente. Algo muy profundo ocurrió en la historia del planeta”. A medida que el rover explore el cráter, los científicos esperan descubrir más pistas sobre su evolución climática. Ahora que han confirmado que el cráter fue en su día un entorno lacustre, creen que sus sedimentos podrían contener rastros de antigua vida acuática.
“Ahora tenemos la oportunidad de buscar fósiles -afirma Tanja Bosak, miembro del equipo y profesora asociada de geobiología del MIT-. Llevará algún tiempo llegar a las rocas que realmente esperamos muestrear en busca de signos de vida. Así que es un maratón, con mucho potencial”. El 18 de febrero de 2021, el rover aterrizó en el suelo del cráter Jezero, a poco más de un kilómetro y medio de su afloramiento occidental en forma de abanico. Durante los tres primeros meses, el vehículo permaneció inmóvil mientras los ingenieros de la NASA realizaban comprobaciones a distancia de los numerosos instrumentos del rover.
Durante este tiempo, dos de las cámaras del ‘Perseverance’, la Mastcam-Z y la SuperCam Remote Micro-Imager (RMI), capturaron imágenes de su entorno, incluyendo fotos de larga distancia del borde del afloramiento y de una formación conocida como Kodiak butte, un afloramiento más pequeño que los geólogos planetarios suponen que pudo estar conectado al afloramiento principal en forma de abanico pero que se ha erosionado parcialmente. Una vez que el rover envió las imágenes a la Tierra, el equipo científico del Perseverance de la NASA las procesó y combinó, y pudo observar distintos lechos de sedimentos a lo largo del monte Kodiak con una resolución sorprendentemente alta. Los investigadores midieron el grosor, la pendiente y la extensión lateral de cada capa, y descubrieron que los sedimentos debían haber sido depositados por el flujo de agua en un lago, y no por el viento, por inundaciones en forma de láminas o por otros procesos geológicos.
El rover también captó lechos de sedimentos inclinados similares a lo largo del afloramiento principal. Estas imágenes, junto con las de Kodiak, confirman que la formación en forma de abanico era efectivamente un antiguo delta y que este delta alimentaba un antiguo lago marciano. “Sin llegar a ningún sitio, el rover pudo resolver una de las grandes incógnitas, que era que este cráter fue una vez un lago –resalta Weiss–. Hasta que realmente aterrizamos allí y confirmamos que era un lago, siempre fue una incógnita”.
Cuando los investigadores observaron más de cerca las imágenes del afloramiento principal, se dieron cuenta de que había grandes rocas y cantos rodados incrustados en las capas más jóvenes y superiores del delta. Algunas rocas medían hasta un metro de ancho y se calcula que pesaban varias toneladas. El equipo llegó a la conclusión de que estas enormes rocas debían proceder del exterior del cráter, y que probablemente formaban parte del lecho rocoso situado en el borde del cráter o bien 65 kilómetros río arriba. A juzgar por su ubicación y dimensiones actuales, el equipo afirma que las rocas fueron arrastradas río abajo y hasta el lecho del lago por una crecida repentina que fluyó hasta 9 metros por segundo y movió hasta 3.000 metros cúbicos de agua por segundo.
“Se necesitan condiciones de crecida enérgica para transportar rocas tan grandes y pesadas -precisa Weiss-. Es algo especial que puede ser indicativo de un cambio fundamental en la hidrología local o quizás en el clima regional de Marte”. Dado que las enormes rocas se encuentran en las capas superiores del delta, representan el material depositado más recientemente. Los cantos rodados se asientan sobre capas de sedimentos más antiguos y mucho más finos. Esta estratificación, dicen los investigadores, indica que durante gran parte de su existencia, el antiguo lago fue llenado por un río que fluía suavemente.