Hacer un mercado que dure toda una semana resulta una tarea imposible de completar para Carlos Luis Ojeda, quien trabaja en el área de mantenimiento de una empresa en el municipio Naguanagua, en el estado Carabobo. El sueldo de 10 bolívares al mes no le alcanza para cubrir la canasta básica, por lo que alimentarse se convirtió en un acto de fe.
Corresponsalía La Patilla
Todos los jueves y viernes se suma a las personas que hacen fila en una esquina de la avenida Universidad, esperando que representantes de una iglesia evangélica repartan un plato de comida. Esa es una de las estrategias que ha empleado para comer y poder rendir el poco alimento que puede comprar.
“Yo hoy vine y me dieron este pote de sopa. Esa me la voy a comer ahorita y guardo el pan para la cena, así guardo la harina que me queda en la casa para mañana. Hay muy poco trabajo, yo mato otros tigritos, pero hago esto de buscar comida con esta gente porque la plata no rinde”, dijo el hombre, mientras abría el envase plástico y colocaba la tapa sobre su rasgado pantalón.
Carlos Luis Ojeda, quien vive en Valencia, forma parte del 71% de los carabobeños que están en seguridad alimentaria marginal, según la Encuesta de Seguridad Alimentaria y Nutrición en Venezuela (diciembre 2020- febrero 2021), realizada por el Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
El nutricionista – dietista y miembro del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Pablo Hernández, explicó que en esos hogares están aplicando estrategias de sobrevivencia para mantener la alimentación.
“Están al borde del límite y tienen que aplicar estrategias (…) Ese 71% de los carabobeños no tiene esa seguridad, no saben si van a comer, si van a tener la cantidad adecuada, no saben si lo van a poder comprar, si van a tener suficiente para comprarlo o si lo van a encontrar disponible”, señaló Hernández.
Reducir porciones, caminar para ahorrar el dinero del transporte público, pedir prestado y comprar solo alimentos para el consumo de un día pasó a ser una constante para muchos carabobeños.
De acuerdo a los datos arrojados por el estudio que abarcó 159 hogares en Carabobo, 51% de los encuestados compra alimentos de forma diaria, mientras que 70% busca los precios más bajos al momento de adquirir los productos, dejando a un lado las variables de marca y calidad. A esto se le suma que 30% hace algún tipo de trabajo esperando un producto alimenticio como parte del pago.
Hernández agregó que 43% de los carabobeños están usando sus ahorros para comprar alimentos, porque los ingresos económicos son insuficientes. “Eso es grave porque al año siguiente ya no van a contar con nada, entonces ¿cómo hacen? Por eso se dice que están al borde del abismo, porque son estrategias que van a funcionar ahorita a muy corto plazo, pero cuando las agotes ya no te quedan más, lo único que queda es la inseguridad alimentaria”, alertó Hernández.
Efectos de la pandemia
Para José Marín, carabobeño, conseguir la comida para su hija de un año de edad y su esposa es sinónimo de una preocupación recurrente. Pertenece a 79% de los hogares en los que los ingresos fueron afectados por la pandemia por Covid-19.
Antes de la llegada de la pandemia en marzo de 2020, Marín tenía un transporte escolar, pero al suspenderse las clases presenciales, se quedó sin ingresos. Desde entonces, se ha dedicado a realizar trabajos de plomería, cuyas ganancias – con suerte – alcanzan los 30 dólares al mes, cifra insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de alimentación y medicinas.
“Con el transporte nos iba bien, tuvimos que parar cuando suspendieron las clases y ahorita que hay clases otra vez, no puedo retomar la ruta, porque el carro está parado por falta de repuestos. Nosotros a veces nos desesperamos porque nos preocupa no poder comprar lo que necesita la bebé”, dijo Marín.
Los resultados de la encuesta sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (diciembre 2020- febrero 2021), también arrojaron que 53% de los hogares en Carabobo refirieron que el dinero no les alcanza para comprar alimentos.
Entre las principales fuentes de ingreso en la entidad está el comercio a pequeña escala (21%), empleos a destajo (13%) y el comercio informal (11%). El resto labora en instituciones gubernamentales o empresas privadas, reveló el estudio.
Desempleo y pobreza
El desempleo y la pobreza dificultan el acceso a los alimentos. Según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), aplicada en 22 estados del país y presentada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), entre 2014 y 2021, el empleo formal a escala nacional se redujo en 4,4 millones de puestos de trabajo. El estudio arrojó que este año, comparado con 2019-2020, la disminución de empleo formal fue de 1,3 millones de puestos de trabajo.
En Carabobo, se han perdido cerca de 4 mil puestos de trabajo en lo que va de año, de acuerdo a los cálculos de Fetracarabobo. La Encovi también reveló que 76% de los venezolanos vive en pobreza extrema y tiene incapacidad para comprar alimentos.
“Quiero trabajar, yo vendo mi café, pero no salí hoy porque no tengo para el pasaje. Ahorita voy a vender la licuadora para poder pagar la bolsa Clap que la están cobrando en tres dólares. A veces no tengo nada para darle a mis hijas y pido dinero en la calle”, expresó María Alejandra Jiménez, que vive en el barrio Los Girasoles, al sur de Valencia.
Consecuencias irreversibles
Según los datos de la Encuesta de Seguridad Alimentaria y Nutrición en Venezuela (diciembre 2020- febrero 2021), realizada por el Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición, 5% de los carabobeños está en inseguridad alimentaria: 3% moderada y 2% severa.
Hernández indicó que la inseguridad alimentaria se traduce en deficiencias nutricionales que ocasionan un detrimento en la salud del individuo. Señaló que la dieta del carabobeño está basada principalmente en los productos que trae la bolsa Clap, donde predominan las harinas, pasta, arroz, dejando de lado las proteínas, hortalizas y vegetales.
“Las consecuencias son muy diversas. Hay deficiencias de vitaminas, puede haber deficiencias de minerales, hay algo llamado hambre oculta porque no se ve. La persona a veces está hasta gordito, pero resulta que si tú le sacas la sangre y mides cómo está el hierro, el ácido fólico, vitamina B12, ciertos niveles nutricionales, pues resulta que tiene hambre oculta””, explicó Hernández.
El también profesor de Nutrición Humana en la Universidad Central de Venezuela (UCV), subrayó que la privación de nutrientes en el caso de los niños produce consecuencias irreversibles para su desarrollo.
“Tener a ese chamo y que crezca más adelante, va a ser muy difícil, ya que esas son consecuencias que van a ser irreversibles. Si no tuvieron los nutrientes adecuados para un desarrollo cerebral completo, pues van a ser adultos que más adelante les va a costar ingresar al sistema educativo, les va a costar realizar trabajos o que les exija un esfuerzo intelectual mayor y eso por supuesto va a ser un problema para la Venezuela de 20 o 30 años más adelante”, manifestó.
Pero la inseguridad alimentaria no solo genera daños en el organismo, sino que la psique también resulta afectada. Angustia, tristeza e insomnio destacaron entre los carabobeños que no saben si al día siguiente podrán tener un plato de comida en la mesa.
El miembro del Observatorio Venezolano de la Seguridad Alimentaria y Nutrición precisó que en Carabobo 6 de cada 10 personas se sintió más angustiada de lo normal; 47% está más deprimido y 31% reportó dificultades a la hora de conciliar el sueño.
“El que no tiene comida tiene un solo problema, que es buscar el alimento. Mientras que los que pueden comer, sienten que tienen muchos problemas, pero las personas que no tienen comida sienten que su único problema es acceder al alimento”, expresó Hernández.
Según estadísticas del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), el precio de la canasta alimentaria familiar se ubicó en 385,37 dólares o 1.749,57 bolívares. El salario mínimo mensual es de 7 bolívares o 1,52 dólares, según la tasa del Banco Central de Venezuela, lo que significa que un venezolano requiere casi 13 dólares diarios para costear la canasta alimentaria.