¡A casa llena! Así fue la exhibición de la película sobre Rómulo Betancourt, ese líder que con mano dura supo dominar y superar los mas difíciles obstáculos para dejar pavimentada la ruta que le sirvió a la democracia que hemos perdido y que estamos empeñados en recuperar los venezolanos que no nos resignamos a ver como prosigue la destrucción de nuestro país.
La Casa de América en Madrid, España, fue el escenario que prestó sus instalaciones para que un nutrido grupo de venezolanos nos recreáramos en la historia que no se puede olvidar y que especialmente los jóvenes deben conocer, siendo esta, la motivación principal de su creador, Carlos Oteyza. Se trata de una síntesis objetiva de todo cuanto tuvo que hacer el ex-presidente Rómulo Betancourt para impedir que los factores que lo adversaban impidieran el avance del proyecto democrático que se había iniciado el 23 de enero de 1958. Atentados contra su vida, conspiraciones cuartelarias como las escenificadas el día del Carupanazo y el Porteñazo durante el año 1962, la oposición férrea de agrupaciones políticas, las revueltas urbanas y rurales con métodos guerrilleros propiciadas por Fidel Castro desde Cuba y los problemas económicos y sociales que surgieron en ese quinquenio, representaron adversidades que pudo dejar atrás ese líder que fue incomprendido por muchos y que ahora es reivindicado por la historia.
Y es precisamente la proyección cinematográfica de Carlos Oteyza, la que nos permite apreciar esos acontecimientos, mediante una producción en la que su creador, mezcla experiencias personales con esos cinco años determinantes en la historia de Venezuela (1959-1964). En esa narrativa se debe valorar la alternabilidad en el ejercicio del poder, ya que fue el presidente Betancourt el que protagonizó la entrega del gobierno democrático a otro ciudadano venezolano, el Dr. Raúl Leoni, elegido para asumir la primera magistratura nacional. Y además queda para el análisis el ejemplo de Betancourt de no haberse postulado otra vez, aun cuando tenía derecho constitucional, para volver a optar por la presidencia que ya había ocupado.
¡Viendo esa película volví a mi país!… fue un viaje imaginario en el que recordábamos esos paisajes naturales que identifican Caracas, las costumbres con las que crecimos y la convivencia que nos hacía unirnos e integrarnos a la evolución de la Venezuela democrática, que tuvo en ese Pacto de Puntofijo un pilar fundamental para que disfrutáramos de estabilidad política y registráramos progreso social y económico por cuatro décadas consecutivas.
La obra que se está presentando a los venezolanos es muy oportuna, especialmente, para que las nuevas generaciones conozcan esos detalles y se motiven a buscar en las profundidades de esos hechos históricos, cómo ha sido nuestra historia contemporánea. Es muy valiosa y merece el aplauso de todos los ciudadanos de ese país que se ve retratado y contado, en esas imágenes y en el guión que tiene a Carlos Oteyza como expositor. Pero sobre todo, vale la pena que motivemos a todos aquellos a quienes podamos llegar, para que se dispongan a ver ese trozo de celuloide en el que seguramente encontraran razones para mantenerse en pie de lucha por la libertad de nuestra querida Venezuela!