Rai, que ha perdido fuerza desde que tocara tierra por primera vez en la isla de Siargao en la tarde del jueves, obligó a evacuar de manera preventiva a más de 300.000 personas, de las cuales al menos 18.000 permanecen todavía desplazadas, según el último informe del Consejo Nacional de Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres.
El embate del tifón, conocido como Odette en el país y el decimoquinto en llegar a Filipinas este año, ha destruido las comunicaciones en algunas áreas y arrancado los techos y provocado daños en numerosos edificios.
El aeropuerto de Siargao, a donde Rai llegó convertido en un supertifón y con vientos sostenidos de 190 kilómetros por hora, ha sufrido importantes desperfectos en la terminal de pasajeros, pero las pistas de aterrizaje se encuentran en buenas condiciones.
“Los aviones y helicópteros que transportan ayuda de emergencia pueden aterrizar. Lamentablemente la terminal del aeropuerto de Siargao ha resultado totalmente dañada”, apuntó en Facebook el congresista por Surigao del Norte, Francisco Jose Matugas.
La agencia de desastres ha enviado dos aeronaves para realizar una evaluación aérea de los daños en la región, donde viven unas 90.000 personas.
De momento, las autoridades han informado de un fallecido, solo identificado como un varón de entre 11-14 años, y dos heridos, aunque se teme que la pérdida de vidas sea mayor.
En las imágenes compartidas por las autoridades se puede observar calles inundadas, donde los servicios de emergencia se afanan en rescatar a personas afectadas, entre ellos el de un bebé de un mes que fue rescatado dentro de una palangana.
El departamento filipino de meteorología prevé que Rai abandone el sábado las aguas territoriales del país en su camino hacia las costas de Vietnam.
Un promedio de 20 tifones azotan Filipinas cada año y el más destructivo fue el supertifón Haiyan -el mayor que ha tocado tierra-, que en noviembre de 2013 golpeó las islas de Samar y Leyte, matando a unas 7.000 personas y dejando a 200.000 familias sin hogar.