Una vez más Taiwán da el ejemplo, esta vez en torno a las formas en que la tecnología puede fortalecer la democracia y dar poder a la gente.
Audrey Tang, la ministra digital de la República China (Taiwán), participó en la primera Cumbre por la Democracia, iniciativa del presidente de EE.UU, Joe Biden. En este foro, que convocó a líderes a discutir los desafíos que enfrentan las democracias en el siglo XXI, la autoridad taiwanesa se destacó al compartir la experiencia de Taiwán en materia de democracia digital como solución para contrarrestar el autoritarismo y afirmar los valores democráticos.
La ministra Tang, quien ocupa el cargo desde 2016, es una de las personalidades más atractivas del mundo del software libre y una de las figuras políticas más interesantes del gobierno de la presidenta Tsai Ing-wen. Reconocida como “la hacker genio”, Tang y su equipo fueron piezas clave en la batalla contra el COVID-19; de hecho, hace pocos días el semanario inglés The Economist publicó un artículo donde la ministra relata cómo su país logró una efectiva cooperación entre los ciudadanos, las empresas y el gobierno, aprovechando incluso la crisis provocada por la pandemia.
A casi dos años de estar viviendo un mundo golpeado por incertidumbre, ansiedad e información a medias alrededor del virus y sus consecuencias, Taiwán no dejó de ser referente de calma y buenas prácticas al haber puesto en marcha su modelo de colaboración constante y su sólida infraestructura digital. Por ejemplo, cuando Taiwán se enfrentó a su primera ola de infecciones por COVID-19, la comunidad g0v, un grupo de “hackers cívicos”, entró en acción; estos expertos en tecnología trabajaron intensamente en mejorar los sistemas de registro, y fue de este modo en que dieron el salto a utilizar rápidamente un nuevo sistema que permitió rastrear de manera rápida y eficiente a los contactos de posibles infectados, sin poner en riesgo la privacidad de datos personales. “Trabajamos con las cinco principales empresas de telecomunicaciones de Taiwán para desarrollar 1922 sms. Al escanear un código QR con la cámara de un teléfono inteligente y enviar un mensaje de texto se crean y almacenan registros sin necesidad de una aplicación. Cuando sea necesario, los rastreadores de contactos pueden recuperar datos del sistema para un rastreo rápido y efectivo” explicó Audrey Tang, remarcando que este sistema –que por cierto luego se replicó en algunos países de América Latina– se creó en tan solo una semana, lo que no habría sido posible sin la asociación entre los sectores público y privado.
Este es solo un ejemplo de la experiencia de trabajo articulado y alianzas estratégicas para atender demandas sociales en la isla. Según el reporte de la autoridad taiwanesa, desde la creación de g0v en 2012, esta plataforma se ha convertido en una de las comunidades de tecnología cívica de código abierto más grandes del mundo, lo que ha permitido establecer un sistema de incentivos que consiste en subvenciones y recompensas a las propuestas que potencialmente puedan resolver problemas y beneficiar el interés público. Otra muestra del éxito de esta modalidad colaborativa son los eventos anuales denominados “hackathon”, iniciativas oficiales que convocan a expertos en tecnología, servidores públicos y miembros de la sociedad civil a formar equipos para competir a través de proyectos innovadores que conlleven a mejorar los servicios gubernamentales. En el hackathon de 2019, un grupo de ingenieros, diseñadores y representantes de ong notó limitaciones en la plataforma de datos abiertos del gobierno (data.gov.tw) y se ofreció a mejorar los procesos para dar seguimiento a las solicitudes de información; igualmente en 2020, un equipo de expertos en paisajes y datos geoespaciales propuso un esquema para identificar áreas urbanas donde se podrían plantar árboles, utilizando datos satelitales para mapear el uso del suelo y la distribución de los árboles.
La cultura democrática de Taiwán, potenciada por la gestión de su audaz ministra digital, demuestra que la creatividad y la innovación solo pueden ser cosecha de políticas públicas abiertas, competitivas y que involucren a la gente.
Este artículo fue publicado originalmente en Instituto Cato el 21 de diciembre de 2021