Era una pregunta parcialmente seria. Las noticias de la variante ómicron estaban filtrándose. Las medidas Plan B estaban siendo discutidas, incluyendo un retorno a la obligación de usar mascarillas y el consejo de trabajar desde casa. Considerando este contexto, estaba tratando de discernir qué tanto valor le asignan las personas a los aspectos sociales de este periodo. ¿Si un halcón contra el COVID apareciera en su puerta ofreciendo pagarle para que no socialice durante la navidad, ¿cuál sería su precio?
Cómo podría esperar, algunas personas (viendo hacia dónde iba con esta pregunta) respondieron para mostrar su virtud respecto del equipo COVID. Algunos dijeron que lo harían gratuitamente, o incluso pagarían para ser aíslanos, debido a su altruismo. Otros dijeron que no había una cantidad dinero suficiente que podría convencerlos de evitar reunirse con sus familias. Esto último luce particularmente increíble: si Jeff Bezos se manifestara ofreciendo su fortuna por pasar 11 días en casa, ¿acaso alguien realmente renunciaría a miles de millones de dólares por pasar unos cuantos días con la familia y los amigos?
Dejando a un lado a estos grupos inusuales, no obstante, pienso que las respuestas restantes revelan algo de información económica importantes acerca de cómo deberíamos de pensar sobre la economía de la pandemia.
La primera lección de las respuestas es que el valor en una pandemia no puede ser confundido con el valor que medimos en los mercados, como este es resumido por el PIB, ni simplemente relacionado a los resultados de salud pública. Más allá de aquellos que respondieron que lo harían gratuitamente, la cifra más baja ofrecida fue de 500 libras esterlinas, llegando las cifras más altas hasta £30.000 o incluso £50.000. Eso en parte podría reflejar un segmento inusualmente rico de la población, pero el punto es que muchas personas le asignan un valor alto a la socialización en esta época del año, sin importar la presencia del virus. Este valor inevitablemente se pierde cuando el gobierno decreta frustrar nuestros planes.
Muchas veces cuando hablamos acerca de las restricciones por el COVID, las personas discuten la puja entre la salud y la economía. Esto muchas veces es exagerado: como probablemente veremos, un virus desenfrenado suele derivar en un gran declive de la actividad económica conforme las personas voluntariamente se retraen de sus vidas normales. Pero hay valor claro en nuestras libertades sociales —un valor que suele ser minimizado cuando se discuten los costos y beneficios de las restricciones. Cuando se trata del period de la Navidad, otro encierro destruiría mucho valor que no sería observable en las estadísticas económicas.
La segunda lección, sin embargo, es que hay una variación masiva en el valor asignado a la socialización en época de Navidad, principalmente debido a las muy diversas circunstancias en las que se encuentran las personas. Los economistas saben que el valor no solo es subjetivo, también depende del contexto. Si vive solo, tiene cáncer terminal, ama la Navidad, o ya ha planificado una vacación familiar para ver a su familia que no ha podido ver en dos años, usted probablemente le asigne un valor muy alto a la socialización fuera de su casa este año. Si usted es alguien que, por cualquier razón, probablemente pasaría las festividades solo en su hogar de todas maneras, o ni siquiera celebra estas fiestas, entonces probablemente aceptaría una suma mucho menor.
Normalmente, un problema importante de las restricciones sobre la libertad es que estas no pueden de ninguna manera acomodar esta heterogeneidad del valor. Cuando hablamos en términos agregados acerca de los costos de las restricciones de cuarentena, muchas veces nos olvidamos de que para algunos personas los ‘costos’ son relativamente diminutos en relación a su ‘normalidad’ y que para otros los costos —ya sea perder empleos o momentos especiales con la familia— son gigantescos.
Por supuesto, es precisamente debido a que mi comportamiento puede afectar a terceras partes que el COVID es un problema más espinoso que cuando tomamos decisiones cotidianas. Pero una virtud de la libertad en tiempos normales es que nos facilita tomar las mejores decisiones para nosotros mismos teniendo en cuenta tanto esos mismos valores personales como el conocimiento local de nuestras circunstancias, las cuales ningún burócrata estatal podría tener. Esas son dos razones por las que la libertad debería ser la certera opción por defecto.
Este argumento acerca de la importancia del contexto me lleva a la última lección. La idea de que el valor depende del contexto no solo implica nuestro contexto personal, sino aquel del mundo que nos rodea.
Lo que queda claro es que durante la última semana desde que publiqué mi encuesta, los crecientes casos ya están llevando a que muchas familias reconsideren sus planes durante las festividades. Las personas están evitando fiestas de navidad o tomarse unas copas con los amigos para tratar de proteger su día de Navidad. Otros han cancelado sus planes de viajes para visitar a familiares dado que estos están nerviosos. Los partidos de football están siendo cancelados por doquier y parece que el calendario deportivo se verá alterado hasta inicio del próximo año. Muchos negocios cerrarán conforme sus clientes voluntariamente se quedan en casa.
Mientras que las acciones de otros cambian, el valor para nosotros de ser capaces de socializar cambiará también. Una amigo contestó la encuesta de manera privada con un número relativamente bajo la semana pasada, cifra que me sorprendió. Ayer, me escribió preguntando cómo se miraba su valor bajo ahora, dado que él ahora esencialmente tendrá que quedarse en casa de todas maneras.
Eso es lo que sucede con la economía del COVID. Hay de hecho todo tipo de pérdida de valor que son ignoradas o agregadas a algo que no tiene significado alguno cuando eso estado impone restricciones. Aún así el valor asignado a esas libertades perdidas puede cambiar dramáticamente cuando una nueva ola viral azota, cuando las personas que son valiosas para nosotros se ven amenazadas, y cuando el mundo alrededor nuestro responde de manera adecuada.
Este artículo fue publicado originalmente en CapX (EE.UU.) el 16 de diciembre de 2021.