La hazaña suicida detrás del mayor cementerio marino del mundo que puso fin a la Primera Guerra Mundial

La hazaña suicida detrás del mayor cementerio marino del mundo que puso fin a la Primera Guerra Mundial

Momento en el que se perpetró el hundimiento de la escuadra alemana en Scapa Flow – ARCHIVO DE ORKNEY

 

 

 





 

La que vamos a contarles es la mayor pérdida de buques de guerra de la historia y se produjo en tan solo un día. Lo realmente llamativo de esta aparente tragedia es que no fue consecuencia de un ataque del enemigo ni de un accidente, sino de la orden dada por el contraalmirante alemán Ludwig von Reuter de mandar al fondo del mar a su propia flota, en la bahía de Scapa Flow (Escocia), el 21 de junio de 1919. Así lo reseñó ABC.

Un total de 57 barcos, entre acorazados, destructores y cruceros, 400.000 toneladas de alta tecnología bélica, por las que tuvo que sacrificar, incluso, la vida de nueve de sus hombres. A pesar de ello, muchos expertos no la consideradan la decisión de un militar loco una semana antes de que se diera por finalizada la Primera Guerra Mundial, sino una de la hazañas más grandes que haya protagonizado el Ejército alemán a lo largo de su historia.

¿Por qué aquel sacrificio cuando solo unos días después se iba a firmar el Tratado de Versalles? Se supone que Von Reuter era el responsable de proteger su flota y sufrir el menor número de pérdidas humanas posibles, pero es imposible no pensar que aquellos nueve marino germano muertos, las últimas víctimas mortales de Alemania en la Gran Guerra, fueron absolutamente gratuitas e innecesarias.

‘El hundimiento’

Desde que se conoció el suceso, y durante varias semanas, en ABC se repitió muchos días el siguiente titular: ‘El hundimiento de la escuadra alemana’. En las diferentes noticias se contaba que Von Reuter tardó exactamente cinco horas en perpetrar su acto deliberado de sabotaje, para que su flota no se convirtiera en botín de guerra para el enemigo. Como se explicaba el 24 de junio de 1919: «El contraalmirante declaró que ha terminado la destrucción total de su flota. Y añadió que acepta la responsabilidad de haber hundido los buques en virtud de la orden dada al principio de la guerra de que ningún barco germano debía rendirse».

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, la Royal Navy eligió como su base principal Scapa Flow, que se encontraba en las Islas Orcadas, al norte de Escocia. Tenía más de 20 kilómetros de largo y 14 de ancho, es decir, que era lo suficientemente amplia y tenía la profundidad óptima como para fondear a un gran número de buques y acorazados. Era un zona costera muy especial, protegida por islotes, escollos naturales y obstáculos artificiales que la convirtieron en el fondeadero perfecto para la flota británica también durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1914, la Royal Navy ya había decidido delegar en sus socios franceses el patrullaje del Mediterráneo para concentrarse ella en el mar del Norte, pues allí esperaba que se produjera el gran choque naval con Alemania. Además, desde esa bahía controlaba el mar del Norte y el tráfico por los océanos Atlántico y Ártico. Era el mejor punto estratégico para afrontar la guerra en aquella región y estaba muy bien protegida debido a sus accidentes naturales y a sus condiciones climatológicas.

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