Tal como sucedió hace unos meses con el fenómeno El juego del calamar, la serie centrada en el espacio aborda la desesperación humana y un final catastrófico como un escenario inminente. ¿Qué ha dicho la crítica y por qué se está convirtiendo en el nuevo suceso de una factoría asiática que parece irrefrenable?
Por: La Tercera
Al igual que en No Miren Arriba -éxito sin muchos contrapesos en Netflix durante los últimos días-, la premisa de la que parte la serie surcoreana Mar de la tranquilidad es la destrucción inminente: la Tierra se acabará pronto y no hay cómo frenar el rumbo a la extinción.
En vez de un cometa que nos hará pedazos a todos en los próximos seis meses, como sucede en la película de Adam McKay, en el otro caso se trata de algo bastante más actual y contingente: la escasez de agua debido al cambio climático.
Los ríos se están secando, los mares se están contaminando, la población está muriendo, el agua se reducirá un 40% en los siguientes 10 años -según anuncian desde un noticiero- y en la actualidad que muestra la ficción, es el bien más preciado por toda la humanidad, ahora regulado y que sólo se entrega dependiendo del estrato social de cada individuo.
¿Cuál es la solución para la debacle? Un equipo especial de científicos y especialistas decide ir a buscar agua por fuera de la órbita terrestre. Se trata del “agua lunar”. El team lo lidera Han Yoon-jae, personificado por el actor Gong Yoo, quien apareció este año en el otro gran éxito de Corea del Sur, El juego del calamar. Curioso: en esa historia, él encarnaba al vendedor que detona el ingreso del personaje principal al sádico juego que cambiaría para siempre su destino.
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