La migración ha sido un proceso difícil en cada rincón del mundo. Resistencia a cambios inesperados, episodios de amarga tristeza por la ausencia de un ser querido, discriminación social, desempleo, contraste cultural, estatus migratorio, aprender un nuevo idioma, pérdida de ahorros, temor al fracaso y otros factores producen el estallido emocional del que muchos hablan, pero pocos saben identificar: La depresión.
Después del abandono a su país y enfrentar tantos cambios, ¿cómo un migrante puede buscar ayuda para recuperar su salud mental? A propósito del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se conmemora cada 13 de enero, la especialista Margareth Acevedo revela los riesgos que conlleva este cuadro mental, de qué forma se puede prevenir y cuáles son las recomendaciones más oportunas.
Por: Elizabeth Gutiérrez y Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
Durante años, numerosas investigaciones demuestran que los inmigrantes, especialmente los venezolanos, representan una suma importante de personas con síntomas depresivos, tal y como lo expone el estudio Desigualdades en salud de la población migrante y refugiada venezolana en Colombia desarrollado por Profamilia, con el respaldo de la Oficina de Asistencia de Desastres en el Extranjero de EEUU (OFDA) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Margareth Acevedo, psicóloga-psicoanalista caraqueña residenciada en Buenos Aires, manifiesta que lo primordial en el momento de identificar la depresión es obtener un diagnóstico clínico puesto que comúnmente este trastorno puede confundirse con el “Síndrome de Ulises”. Sin embargo, explica que existen varias tipologías que permiten diferenciarlos.
“El Síndrome de Ulises tiene características de un cuadro depresivo, cuadro ansioso, o características postraumáticas que se adaptan a los criterios de esta situación migratoria. Se le conoce de esta forma porque para distinguir la depresión habría que ver la falta de voluntad, apatía, de ánimo, sentimiento de tristeza profundo y el no tener motivaciones para vivir. Cumpliría entonces con los criterios de un cuadro depresivo. Pero si paradójicamente encuentras sentimientos de tristeza, pero sientes que tienes voluntad de pararte, trabajar, ánimos e impulsos de seguir, entonces ya no se trata de depresión”, aclara.
¿Por qué es tan difícil pedir ayuda?
Acevedo hace énfasis en que los migrantes se exponen a un escenario totalmente desconocido al pisar otro país, pues desconocen su entorno, los organismos de salud mental públicos y privados a donde acudir, además de los especialistas a nivel psicológico que podrían ofrecer ayuda. Aunque aclara que el individuo debe buscar la asistencia de un especialista como parte del tratamiento.
“Además que conociendo las características de la migración venezolana, con tantas carencias económicas, va a acudir a servicios de atención gratuita, entonces allí va a ser importante la asesoría para preguntar por un psicólogo que lo pueda atender, o algún centro, y va a activar una serie de mecanismos para ello que permiten cierta actividad y control”, comenta.
No obstante, añade la importancia de tomar la decisión para salir de ese ciclo, abandonar los miedos y buscar el apoyo de personas cercanas. “El tema de la situación irregular o ilegal es que cuando pasas por muchas vulnerabilidades o sufrimientos te limita la atención por una paranoia totalmente comprensible. Debe estar la posibilidad de buscar y de abrirte. Se supone que uno busca la ayuda de un psicólogo para poder abrirte. Pero si de entrada está este miedo, será muy difícil. Por eso, casi siempre es mejor contar con personas recomendadas y referencias de contactos cercanos”.
¿Cómo salir de un cuadro de depresión?
Afrontar los sentimientos que se producen a raíz del aislamiento familiar y social como consecuencia de la pandemia, plantea diferentes desafíos y cada persona encontrará su propia manera de salir con el respaldo de un experto. Según Margareth, existen cuadros depresivos muy severos que requieren atención inmediata.
“Cuando la depresión es diagnosticada, como todos los criterios clínicos, hay que prestar mucho cuidado, en especial como prevención primaria en las personas que estamos cercanas, que notemos falta de interés, apatía, pérdida del apetito o mucho sueño, ideas, o incluso planes de morir. Este cuadro tan difícil, además de una evaluación psicológica, requiere una evaluación psiquiátrica, que implica cuestiones de supervivencia porque hay riesgo hacia la propia vida”, explica.
Conforme a lo anterior, la experta enfatiza: “Si hay un sueño irregular, cuando pasas muchos días sin dormir, es un riesgo para la salud. Estamos hablando de personas que también han perdido el apetito, pasan días sin comer, y los especialistas valorarán esquemas de medicación distintos para cada caso”.
¿Cualquier método es efectivo?
El trastorno depresivo severo necesita más que un discurso motivacional, puesto que el afectado no escoge experimentar esa sombría situación y frecuentemente lo vive de una manera dolorosa que puede perdurar por mucho tiempo.
“No es algo que se pase con “bueno, sonríele a la vida”, como estos libros de autoayuda. No le puedes decir eso a una persona con una depresión severa, porque no es una cosa de actitud. Inicialmente, requiere atención especializada que va a hacer un diagnóstico clínico sobre el estado, donde la mayoría de los casos requieren medicación, y empezar a abrirse con un psicólogo para poder hablar, darle algún sentido no solo al cuerpo sino también al pensamiento.
Con respecto a lo anterior, agrega: “Estamos hablando de un estado donde se tienen pensamientos oscuros, en el sentido de que no hay ganas de vivir, de percatarse de las simples cosas como oler una flor, comer un chocolate, todo esto se pierde. Es un trabajo para que la persona empiece a disfrutar, a tener un poco más de sentido de las cosas, de esa cercanía. Un trabajo también de responsabilidad sobre su propia vida”.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de caer en depresión?
De acuerdo con la psicóloga venezolana, la gran parte de prevalencia de síntomas depresivos se exteriorizan en migrantes de la tercera edad. “He visto un aumento progresivo. Primero es más difícil el ingreso en el sector laboral. Al migrar, dejan todos sus amigos, de repente tienen que llegar a un lugar donde no conocen a nadie. Es difícil. Se ven en la dificultad de acceder a actividades laborales que lo sustentaban y esto le afecta. Paralelamente, influye el estado de salud”.
Igualmente, confirma que las poblaciones de inmigrantes adolescentes son víctimas de este devastador trastorno mental. “Porque ellos se relacionan con sus pares y esto se profundizó con la pandemia. La adolescencia es una etapa que se construye con pares. Al verse aislados, más los factores en los que fueron sacados en su proceso de migración, trajo consigo una situación muy desfavorable y limitante en este grupo, debido a que ellos no son autónomos ni independientes”.
¿Qué podría alterar el estado de ánimo?
La especialista profundizó que elementos tan simples como el lenguaje, las costumbres, la forma de convivencia, incluso el clima, la vestimenta y la comida local pueden ocasionar alteraciones en el estado de ánimo del inmigrante que permeen una condición de aislamiento con el nuevo entorno al cual se están relacionando.
“Si partimos de la hipótesis que hablar es uno de los primeros disfrutes que uno tiene, al entrar en un lugar donde no puedo hablar y además el no sentirte cómodo con el tema de la comida, las fiestas en el sentido del compartir en mi país, y aquí no lo tengo, como un bautizo, una boda, el cumpleaños de un niño, aumenta el sentimiento de aislamiento y la depresión”, opina.
Por otro lado, para nadie es un secreto que la mayoría de los venezolanos en condición de migrantes han abandonado su país natal como método de sobrevivencia a una severa crisis económica, dejando a familiares atrás. Se convierten en un sustento económico de peso, pero cuando comienzan a surgir limitaciones en cuanto a su ingreso o capacidad de adentrarse en la oferta laboral de un nuevo país, la situación toma un giro brusco.
“Justo en el momento que no puede responder económicamente cae en depresión, no antes, no cuando puede, sino exactamente en el momento en el que se ve limitado porque ha destruido su causa y su existencia a partir de eso. Cuando eso se ve impedido el sujeto está propenso a caer en una posible depresión”, argumenta.
La prevención como clave
La salud mental de los migrantes venezolanos y señales de alerta sobre su deterioro deben ser tomados como una prioridad para las entidades gubernamentales y centros de asistencia pública. Subestimar los indicios de este trastorno o no prestarle el debido cuidado podría influir en el riesgo de supervivencia de quien lo padece.
“Generalmente el depresivo que tiene pensado matarse no lo anuncia, pero el que lo dice es porque está pidiendo un grito de auxilio. Es allí cuando hay que atenderle y prestarle atención”, asevera la especialista.
Margareth Acevedo hace hincapié en el respaldo de las personas cercanas al afectado, esto implica escuchar con respeto, conectarse con los síntomas de la víctima y guiarlo hasta encontrar una alternativa para superar el desalentador estado emocional.
“No hay que ser un especialista para escuchar a alguien que está atravesando por una situación de este tipo. Lo principal sería sugerir la búsqueda de ayuda o atención, sobre todo cuando se enciende la alarma de ideas de muertes, encontrar el tipo de apoyo que pueda contener eso y acompañarlo en el proceso”, puntualiza.