6 de marzo de 1982. Germaine Robberechts, una religiosa del convento de los Santos Vicente y Pablo, en la pequeña localidad de Termonde, en el Flandes belga, desaparece para siempre de la faz de la tierra. Así lo reseñó La Nación.
Casi 40 años después y a pesar de los indicios y sospechosos, no se sabe con certeza cómo murió. Nunca se encontró su cuerpo. Conocida también como ‘hermana Gabrielle’ o incluso como ‘Gaby’, era una monja adelantada a su tiempo.
Su desaparición nunca quedó aclarada. Hace unos meses, aprovechando unas pequeñas obras de demolición en el convento y de acondicionamiento de sus jardines, la Policía intentó encontrar por última vez su cuerpo. Sin éxito. El crimen ya habría prescrito y el principal sospechoso murió hace una década, pero el misterio de la hermana Gabrielle sigue llenando páginas en la prensa belga.
Las investigaciones y la rumorología llevan estas cuatro décadas en marcha. Primero se habló de un secuestro. También de una fuga con un amante. Y de un asesinato, la opción más plausible. Años de investigaciones policiales pusieron todas las miradas sobre el canónigo Gaston Mornie, superior de la escuela católica situada junto al convento y en la que la propia hermana Gabrielle enseñaba dibujo y estética. También era una consumada fotógrafa y había estudiado artes plásticas.
Gabrielle conocía a Mornie porque había trabajado para él como su chofer. La prensa flamenca recordaba que Gabrielle había tenido fama de ser “un poquito especial”. Se refiere a que hacía cosas que las religiosas de su época no hacían, como manejar autos. Manejaba para ella, para sus compañeras del convento y para hacer encargos de la escuela.
Ese manejo de autos y que ya se conocieran hizo que Gabrielle se convirtiera en una especie de chofer habitual de Mornie. En esos trayectos en auto la hermana Gabrielle habría descubierto los secretos inconfesables del canónigo y con ello había firmado su sentencia de muerte.
Gabrielle habría descubierto que el canónigo llevaba a cabo manejos financieros ilegales que le servían para financiar sus vicios. En sus trayectos Gabrielle descubrió, creen los investigadores, que cuando Mornie le pedía que le condujera a “retiros espirituales” en realidad le estaba llevando a burdeles.
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