El científico japonés Masaru Emoto llevó a cabo un experimento (1) que como mínimo es curioso y que provoca reflexión. Emoto estudió el impacto y la forma en la que reaccionaban las gotas de agua en relación a las emociones humanas externas.
Por Confilegal
Su experimento consistió en asociar a determinadas gotas de agua una palabra que podría ser positiva (amor, cariño, gracias…) o negativa (te odio, déjame, me molestas, mentira…).
Después de aplicar estas palabras a las gotas de agua observaba en un microscopio cómo evolucionaban los cristales de agua y curiosamente los del agua tratada con palabras positivas mostraban figuras preciosas como diamantes, copos de nieve y perfectamente delimitados mientras que las gotas de agua sometidas a palabras de efectos negativos tenían cristales de formas menos definidas que incluso mostraban caos.
Esta experiencia puede llevarnos a pensar en el impacto que nuestras palabras provocan en el receptor cuando las emitimos.
Si tenemos en cuenta que nuestro cuerpo tiene más del 60% de agua y que nuestro cerebro tiene más del 70% de materia acuosa, ¿qué puede pasar en el cerebro cuando insultamos a alguien o la sometemos a presión? por el contrario, qué efecto se produce en cada molécula de agua que tenemos en nuestro organismo cuando le decimos a alguien palabras como “te quiero”, “te aprecio”, “me gusta lo que has hecho”.