Se trata de una tarea titánica que demanda de ellos una unidad más fuerte, diríamos más bien monolítica, que les impone dejar de lado sus propios intereses por la ingente necesidad de lograr una solución a la crisis política y humanitaria del país. En consecuencia, se trata de anteponer los intereses de los ciudadanos de nuestra nación a los propios intereses partidistas.
El rol de los partidos políticos de la verdadera oposición venezolana va más allá de los eventos electorales que son los que les permiten alcanzar cargos públicos a sus dirigentes. En principio, ser los primeros defensores de los ideales de la democracia y de los mandatos constitucionales, de la preservación de la libertad y los derechos humanos, por lo que deben promover los valores de la justicia y la paz, de la defensa territorial y encargarse de realizar las políticas que brinden la mayor suma de bienestar posible a los ciudadanos, con base en el efectivo y limpio manejo de las finanzas públicas. Es en este punto cuando sí son importantes los procesos de elección popular, porque todo lo anterior solo se puede lograr a través de la función pública, sobre los pilares de la integridad, la moral y la honestidad.
Hay que tomar en cuenta, por otro lado, que la fortaleza de un partido político tiene su raíz en el alto grado de cualidades positivas de sus dirigentes y de sus activistas, que son entre otras, el decoro, la determinación, su compromiso social, creer en los ideales democráticos que identifica a su tolda política, su alta vocación de servidores públicos, la transparencia, una incansable disposición al trabajo y poseer el sentido de la autocrítica. No estamos hablando de la perfección, pero sí del perfil del buen político, a nuestro juicio.
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La práctica de satanizar a los dirigentes políticos de oposición es mundial y no es nueva. Por lo tanto, esta situación no es ajena a Venezuela y más en las circunstancias actuales en que el pueblo lo que más anhela es ver cómo salen los usurpadores de Miraflores, para comenzar a reconstruir al país.
En este sentido hay que decir que es cierto que se han cometido errores. Lo ha confesado el propio Presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, pero han sido lecciones aprendidas. Y eso tiene un gran valor, porque nos evita chocar dos veces con la misma piedra y nos abre nuevos caminos para avanzar.
Pero igual de cierto es que en contra de la dirigencia política opositora y contra los propios partidos no han cesado los ataques de la fuerte artillería comunicacional del régimen y sus aliados, con el objeto de crear matrices de opinión llenas de mentiras para destruirles la imagen y debilitar sus esfuerzos de lucha. Afortunadamente, no lo han conseguido ni lo harán, porque los venezolanos cada día más se dan cuenta que son patrañas y las condenan con mayor energía.
La verdad siempre triunfa sobre los agravios, por aquello de que la mentira tiene patas muy cortas y no se sostienen. Vale la pena recordar lo dicho por Abraham Lincoln y que aplica para el caso que exponemos: “Es posible engañar a mucha gente poco tiempo y a poca gente mucho tiempo, pero no a toda la gente todo el tiempo”.
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Procesos internos de legitimación.
Dos cosas muy importantes nos dejó el evento electoral del 21 de noviembre de 2021 y la repetición del proceso en el estado Barinas, tras el robo a la voluntad popular de su pueblo, lo cual llevó a un triunfo más categórico todavía del candidato opositor de la MUD el pasado 9 de enero, lo que se tradujo en un severo impacto contra Maduro y su cúpula. En primer término, la necesidad de fortalecer y hacer crecer la unidad, bajo los parámetros del criterio y la acción compartida. Y en segundo término, la necesidad que tienen los partidos políticos de legitimar su dirigencia en lo interno. En esto último nos vamos a enfocar.
Podríamos conceptualizar este tema con la frase de que la democracia comienza por casa, aparte que es un evidente clamor de los ciudadanos de nuestro país, que muchas críticas disparan contra los llamados cogollos partidistas. Es un momento en que necesitamos el sólido respaldo de los venezolanos para realizar procesos para legitimar a la dirigencia en lo interno; siempre debemos estar alertas en no facilitar a la dictadura la judicialización (proceso utilizado por el régimen para decidir el destino de los partidos por medio del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ, que disponen quienes conducen la organización en sentido contrario a la voluntad de su militancia). Elecciones internas de los partidos políticos en dictadura, tiene un sentido estrictamente interno , pues otra de las armas del régimen es utilizar agentes de ellos, para comprar y distorsionar los líderes políticos en un país sumido en una pobreza q alcanza el 90 %. Ya estamos vacunados contra ese virus rojo. Además, el régimen expropió las tarjetas de AD, PJ, VP, y otros partidos, así como no permite la formalización de otros como Encuentro Ciudadano, Vente y otros; de tal forma, q estamos en una zona distinta al secuestro del régimen de las organizaciones políticas.
Ahora bien, no decimos ir a un proceso de renovación de autoridades solo por esa razón, sino porque también lo aspiran las bases de los partidos políticos y porque el momento lo requiere. Eso sí, hay que tener presente que en los partidos de oposición hay liderazgos muy fuertes y bien ganados, por lo que no se trata de sacudir la sábana y nada más, con el fin de cambiar todo. La evolución del G4 (ya figura del pasado) a la Plataforma Unitaria, PU, ya acordada y anunciada, podrá tomar más fuerza de legitimidad y reconocimiento social, si sus partes ( los PP q la integran) realizan la tarea de legitimarse.
El objetivo no puede ser otro que fortalecer las estructuras y cuadros de los partidos políticos tanto en lo nacional, regional e internacional. Los activistas, militantes y simpatizantes, que por muchas razones se encuentran fuera del país, tienen un inmenso reto cuál es, organizar la diaspora en orden a su participación en el cambio político. Su volumen e importancia requiere en un futuro una reforma constitucional para conceder escaños o representación en la AN, siguiendo el ejemplo de Colombia, Perú y otros países del globo.
Para concluir hay que decir a los venezolanos que en Voluntad Popular trabajamos sobre ello en la actualidad, por nuestro compromiso de ser una “organización política fiel a la idea de la democracia, entendida como una constante práctica de deliberación, generación de consenso, modernidad, respeto a las minorías y consulta regular con las bases (…) que se constituye sobre los valores fundamentales de democracia participativa, inclusión social, libertad, responsabilidad, trabajo, solidaridad y desarrollo de oportunidades, los cuales son imprescindibles para el progreso de los ciudadanos, el bienestar de todos y la construcción de una sociedad abierta a la diversidad y complejidad”, como lo expresan los dos primeros artículos de los estatutos. Por lo tanto, para nosotros cultivar la democracia es la irrenunciable tarea del demócrata…
En la próxima entrega la dedicaremos a la renovación y legitinación de las organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, colegios profesionales, entre otras.
Dr. Rafael Veloz García, diputado a la Asamblea Nacional y del Parlasur, electo en 2015, expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA), miembro dirección nacional de Voluntad Popular, VP.