La baja demanda y los altos costos de insumos, como pagar vehículos cisternas por la escasez de agua en Barquisimeto y conseguir gas para las secadoras, el gasoil necesario para las máquinas de planchado, o cancelar el alquiler del local han sido los principales obstáculos que han enfrentado dueños de tintorerías y lavanderías en Iribarren, lo que ha ocasionado que varios negocios se mantengan cerrados desde marzo del 2020 cuando inició la pandemia, porque quebraron o ya no les resulta rentable el negocio.
Por Ana Uzcátegui | La Prensa de Lara
Josefina Briceño tiene 50 años gerenciando la Lavandería Chipi, en la carrera 25 de Barquisimeto. Comenta que permaneció 20 meses cerrada porque se le hacía muy difícil trasladarse desde el norte de la ciudad donde vive hasta el centro a abrir sus negocios durante las semanas flexibles que el gobierno le permitía laborar, de acuerdo con el esquema 7+7.
Afirma que desde este año ha convertido su lavandería en una bodega, debido a que pasan semanas enteras sin recibir ni un cliente. “Antes teníamos cinco trabajadores, ahora yo me encargo de atender a las personas que vienen a dejar ropa, yo misma las lavo, plancho y cobro”, informó la mujer de la tercera edad.
La lavandería Piedra Blanca, ubicada en la calle 50 tiene 28 años de trayectoria, pero su propietario, Deivis Romero, indicó que ha pasado quincenas en donde sólo ha recibido tres clientes. “Este es un negocio familiar, no tuvimos que despedir empleados, pero los clientes son contados. Pocas personas ganan un sueldo como para mandar a lavar la ropa”, afirmó. Comentó que han tenido que pagar cisternas porque a veces llegan a pasar hasta 15 días sin agua, llegándoles a cobrar por 1000 litros de agua hasta 20 dólares.
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