Australia, uno de los primeros países en abordar la pederastia en sus instituciones, es un referente mundial en la investigación de miles de denuncias de abusos sexuales a menores en la Iglesia católica y por llevar al banquillo al otrora número tres del Vaticano, el cardenal George Pell.
El primer gran paso nacional que dio Australia fue crear en 2012 una comisión real para investigar la respuesta de las instituciones públicas, religiosas, sociales, comunitarias y deportivas desde la década de 1950 a las denuncias de pederastia contra decenas de miles de menores.
Cinco años después, esta comisión especial determinó que estos abusos constituyeron una “tragedia nacional”, por lo que el Gobierno australiano pidió una disculpa pública y creó un plan de indemnizaciones de un máximo de 150.000 dólares australianos (106.965 dólares o 93.465 euros) por víctima.
En el ojo del huracán está la Iglesia católica australiana, donde unos 1.900 sacerdotes, hermanos religiosos y otros de sus miembros, entre ellos 93 altos cargos, fueron vinculados a unas 4.500 denuncias de abusos sexuales a menores entre 1980 y 2015, que incluyeron violaciones por una red de curas pederastas que se intercambiaban víctimas en la localidad sureña de Ballarat.
JUICIO A LA FIGURA CATÓLICA DE MAYOR RANGO
El cardenal australiano Pell llegó a comparecer en 2016 como testigo por videoconferencia en la comisión especial, ante la que dijo desconocer los casos de pederastia cuando él era sacerdote y arzobispo en Australia.
Sin embargo, al año siguiente, antes de que la comisión entregara su informe, la Policía del estado de Victoria acusó de pederastia a Pell, entonces prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, considerado el tercer cargo en la jerarquía de la Santa Sede.
Con el enjuiciamiento a Pell, acusado de haber abusado sexualmente de menores cuando era sacerdote de Ballarat (1976-80) y cuando fue arzobispo de Melbourne (1996-2001), Australia se convirtió en el país en juzgar a la figura de mayor rango en la jerarquía de la Iglesia católica por pederastia.
En esta complicada batalla, el cardenal septuagenario llegó a ser sentenciado a seis años de prisión por los abusos contra dos niños del coro en Melbourne en la década de 1990, unos meses después de que un jurado popular lo hallara culpable en diciembre de 2018.
Un tribunal de mayor rango ratificó la condena, pero finalmente en abril de 2020 el cardenal fue absuelto en su recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Australia, la máxima instancia judicial del país.
Su puesta en libertad tras pasar más de un año en prisión se produjo después que el pleno de los magistrados del tribunal considerara que las pruebas condenatorias presentadas durante el juicio “establecieron la culpabilidad sin el nivel de prueba requerido”.
Pero no era la primera vez que el cardenal era acusado de este tipo de delitos ya que en 2002, cuando era arzobispo de Sídney, un hombre aseguró haber sufrido abusos sexuales en 1961, cuando tenía 12 años y Pell estaba formándose para ser sacerdote.
Por entonces, las investigaciones exoneraron a Pell, quien fue el primer dirigente católico en abordar los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia australiana, con la puesta en marcha en 1996 de un programa de compensaciones económicas, aunque recibió críticas por no dar suficiente apoyo a las víctimas.
Según la comisión especial, la Iglesia católica recibió en Australia quejas de 4.500 personas por presuntos abusos a menores cometidos por unos 1.880 miembros de esta institución, sobre todo por parte de sacerdotes entre 1980 y 2015, aunque algunos casos se remontan a la década de 1920.
En su informe final presentado en 2017, la comisión pidió al Vaticano que enmiende la ley canónica para que el celibato no sea obligatorio, que trate el abuso sexual contra menores como un delito y que el secreto de confesión no se aplique a los casos de pederastia, entre otras recomendaciones.
AUSTRALIA SIENTA PRECEDENTE
La lucha contra la pederastia en Australia inspiró a la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, en la creación en 2018 de una comisión para investigar los abusos contra los menores de su país.
Como parte de esas pesquisas, este mes la Iglesia católica neozelandesa reveló públicamente por primera vez la escala de los “horrorosos” abusos, incluyendo los sexuales, perpetrados desde la década de 1950 en su seno contra medio millar de menores.
Las denuncias, desde los años 1950, afectan a un 14 % de los 1.274 clérigos diocesanos, es decir, aquellos que trabajaron para un obispo, así como a un 8 % de los 2.286 hermanos o sacerdotes de diversas congregaciones.
EFE
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