Es natural del Táchira y se llama Juan Vicente. No se asusten, se trata de Juan Vicente Pérez Mora, un paisano que pasa a ser, con sus 112 años y 252, días el hombre más longevo del mundo.
A este poblador de San José de Bolívar le debemos el honor de figurar, por primera vez en muchos años, en un récord mundial enaltecedor y no solo entre los países más corruptos, de mayor inflación o liderando violaciones a los derechos humanos.
Su proeza, si cabe denominarla de esa manera, tiene mucho mayor mérito por producirse en nuestro país, con las condiciones de sanidad y vida que padece la población y –encima– en el estado Táchira, uno de los más ninguneados, maltratados y abandonados por el régimen.
Y es que sobrepasar el siglo en Japón o en España (que mantuvo la marca de longevidad hasta el mes pasado), aunque tiene sin duda su mérito, no es tan complicado como en nuestra tierra, acosada por tantas calamidades como consecuencia de la incapacidad de sus administradores.
Don Juan Vicente asegura que el secreto de su larga vida es esa copita de miche que le acompaña a diario. Pero, además, según cuentan sus familiares, se pasa todo el santo día rezando el rosario. Así que quizá la monástica benedictina debería cambiar su consigna de: «ora et labora», por la de: «ora et michorum». Según su nieta, habla poco, pero recuerda perfectamente el nombre de sus 11 (se lee once) hijos, a su difunta esposa, su fecha de cumpleaños y nunca se olvida de las empanadas a la hora del desayuno.
Cuando Don Juan Vicente nació, Venezuela conmemoraba el primer centenario del 19 de abril y comenzaba a estar bajo la férrea mano de su tocayo y paisano. Se caló el gobierno de Gómez y todos los sucesivos que vinieron luego, incluyendo estos últimos 22 años. Solo por eso, ya merece todo nuestro afecto y consideración. La Asamblea Legislativa del Estado Táchira, como era de esperarse, se ha sumado a los reconocimientos mundiales a un hombre que ya tiene su puesto en la Wikipedia. Lo han declarado «patrimonio viviente del estado Táchira».
Como venezolanos, tenemos que honrar a este ilustre paisano que asocia nuestro gentilicio a la vida. Las autoridades, además de los homenajes que se deben a una larga y honesta existencia, deberían también prodigarlo de cuidados y atenciones. Pero no solo a él, sino también a todas las personas mayores de nuestra tierra, cuyas jubilaciones no alcanzan para una vida digna, como merece quien ha entregado la suya propia al servicio del país, brindándoles condiciones para un seguro y sereno retiro.
Felicitamos a Don Vicente, como le conocen sus coterráneos, por sus 112 años que lo convierten en el hombre de mayor edad de Venezuela y el mundo. Quiera Dios que el tiempo que le quede sea tolo lo bueno que sus avanzados años merecen. Desde aquí le damos las gracias por su vida buena y fructífera para los suyos y para nuestra patria