A 1,200 metros de profundidad, un equipo del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA) de Nueva Zelanda realizó un hallazgo único.
Por: National Geographic
Mientras realizaba una investigación sobre la población actual del pez hoki (la especie más consumida a nivel nacional), los científicos encontraron una cría de tiburón fantasma, un nombre genérico con el que se le conoce a las cerca de 50 especies de la familia de los quimeriformes, un grupo de peces parientes a los tiburones y rayas, cuyo esqueleto está hecho de cartílagos en lugar de huesos.
Con una apariencia gelatinosa y un primer desarrollo de su aleta dorsal, el ejemplar fue encontrado en la elevación de Chatham, una enorme meseta submarina que se extiende a través de más de 1,000 kilómetros al sur de Nueva Zelanda. Según el NIWA, «los embriones se desarrollan en cápsulas de huevos colocadas en el fondo del mar, alimentándose hasta que están listos para eclosionar».
Los quimeriformes son habitantes prehistóricos de los mares: se cree que estos peces cartilaginosos aparecieron hace más de 400 millones de años en la Tierra y aunque su diversidad se ha reducido en los últimos milenios, actualmente existen unas 50 especies de difícil identificación debido a las profundidades que habitan.
Los encuentros con tiburones fantasma son poco frecuentes. El Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey, California (MBARI, por sus siglas en inglés) explica que el Hydrolagus trolli, una de las especies más representativas, ha sido avistado sólo en seis ocasiones y el primer video de un individuo vivo se grabó apenas en 2016, cuando un vehículo operado remotamente encontró uno accidentalmente en el Pacífico norte.